lunes, 26 de agosto de 2013

The top of the top

26 de Agosto:

Ya es de día. La verdad es que no sé ni que hora es, ni si ahora nos toca desayunar, comer o cenar por 3era vez. Es curioso cómo se puede descentrar a una persona con sólo meterla en un espacio cerrado sin luz natural y dándole de comer cada poco. Pierdes la noción del tiempo y el espacio por completo. A parte de acabar con una pesadez de estómago....

Llegamos a Dubai. A la ida al llegar de noche no pudimos salir ni ver nada, pero hoy tenemos una escala de casi 7 horas y queremos acercarnos al centro a ver los famosos edificios de lujo.
Nada más salir hacia control de pasaportes ya se ve otro ambiente. Las mujeres que en el avión iban vestidas cual occidental, ahora iban tapadas de pies a cabeza. Se percibe una superioridad de los hombres tanto en el trato como en los gestos. La verdad es que no te hace sentir nada cómoda.

Desde la terminal del aeropuerto hay un metro que va directo hasta el Burj Khalifa. Para llegar hay que recorrer una pasarela cubierta que lleva hasta un gran centro comercial, "el centro comercial", el Dubai Mall. El centro comercial más grande del mundo, con todas las grandes marcas, cines, parque de atracciones, acuario, fuentes como las del Bellagio pero a lo grande, restaurantes y el acceso al famoso "At the top Burj Khalifa".

Son poco más de las 9:30 y las tiendas no abren hasta las 10:00 así que podemos ver el centro comercial casi desierto. Todos se suben al dichoso edificio, previo pago de 26 euros por persona. Yo, como soy la nota discordante siempre, según Samu, pues me quedo abajo. No me genera ninguna atracción el subir a torres altas y menos cuando lo único que se ve es polvo, arena y construcciones mastodónticas en mitad de la nada, como si fuera una ciudad fantasma. Me voy a dar una vuelta a las fuentes, aunque hasta las 13:30 no hay actuación así que aprovecho a hacerle unas fotos al edificio desde abajo. Imposible estar en la calle más de 10 minutos seguidos. Creo que al sol se rondarán los 30 y muuuchos grados y no son ni las 10 de la mañana. No me extraña que no se vea a nadie por la calle y que por todas partes tengan el aire acondicionado a tope.

Una vez ya bajan los amantes de los miradores, aprovecho que se quieren ir de tiendas para buscar algo de desayunar. No encuentro nada que me llame, la verdad, hasta que encuentro un supermercado con fruta, panadería recién hecha, leche fresca.. mmmm, qué rico todo!! También encuentro unos dulces árabes de esos empalagosísimos pero muy ricos, para llevar de recuerdo a los del trabajo.

Sin darnos cuenta se nos han ido las horas y ya tenemos que volver al aeropuerto.

Ningún contratiempo en la vuelta a casa. Llegamos a las 9 de la noche, cansados del viaje y con ganas de pillar la cama y comernos una tortilla de patata y un gazpachito bien fresquito.

Mua, mua a todos, ya quedaremos para pasarnos las fotos ehh!! Y ya. Se acabó el viaje. Se terminó la aventura. Volvemos a lo conocido, a la rutina. No habrá más trenes, ni más fotos, ni más ramen. Sniff, sniff ;(

Atrás dejamos a una gente tan maravillosa como peculiar. Un país por descubrir al margen de las grandes ciudades. Una naturaleza exuberante acompañada de tradición y respeto, cercada por la tecnología.

Ha sido toda una sorpresa para los sentidos. Una locura fotográfica. Una sensación contradictoria.

Todo el mundo me pregunta si lo recomiendo. Por supuesto!!! pero no por Tokyo ni por Kyoto, si no por Mami, Asusa, Yae, las personas que nos llevaron hasta los hoteles, las personas que nos atendieron en los restaurantes, las que nos recibían con una sonrisa en las tiendas.. por conocerles a todos ellos SI merece la pena visitar Japón.

Ha sido un placer :)

Hasta el próximo viaje!!

(Ahora empezaré a rellenar las entradas con fotos, así que tendréis que volver a revisarlas de vez en cuando, jijijiji)

domingo, 25 de agosto de 2013

Sayonara, baby!

Día 25 de Agosto:

Último día en Japón, oooohhhh!!! Parece que fue ayer cuando llegamos. Aunque a ratos tenía ganas de volver ya a casa, cuando finalmente ves que se acaba, da pena.

Hoy tenemos el vuelo a la 1:30 am, por lo que todo el día podremos aprovecharlo. Decidimos separarnos de nuevo. Yo tengo ganas de volver a Yoyogi para ver la segunda parte del festival de danza. Hemos quedado en reunirnos en la estatua de Hachiko por la tarde, junto con Mami y Asusa, la otra chica que conocimos en el albergue de Aso, que hablaba español con acento mejicano.

Hoy en el parque hay menos afluencia de público, por lo que es más cómodo y tranquilo ver el desfile.
Aunque es menos vistoso que ayer porque ya no está bajo concurso.

Nos vamos andando hasta el punto de reunión y allí nos encontramos a todos incluida Mami, Asusa y un amigo suizo de Asusa. Ha sido un momento un poco raro porque ambas desconocían que iban a quedar la una con la otra y parecían rivalizar por el papel de anfitriona.

La tarde se plantea con la visita a un mercadillo de comida tradicional de las diferentes prefecturas de Japón, cerca de Roppongi. Según nos cuenta Asusa es muy popular, y tanto!!! cuando llegamos casi no se puede ni caminar. Mami nos va enseñando qué comida es típica de dónde. Es curioso de ver y de probar, pero tanta gente me está agobiando un poco. En cuanto hemos recorrido un buen tramo, decidimos volver a la zona de Shinjuku para acercarnos a dónde más tarde deberemos coger el autobús para volver al aeropuerto. No sin antes, hacernos unas fotos con unos luchadores de sumo que andaban por ahí picando en los puestecillos.

Una cosa que nos quedaba pendiente de hacer con Mami del día de nuestra salida, fue el hacernos fotos disfrazadas de colegialas, sirvientas, policías, gatitas, marineritas.. en los fotomatones de los centros recreativos. Mami nos lo tenía ya todo organizado y siempre controlando el tiempo para que cogiéramos el autobús adecuado y llegar bien al aeropuerto. Qué encanto de chica!!

Una vez elegidos los disfraces (finalmente conseguimos que Mami y Asusa también nos acompañen), entramos al fotomatón. Es enorme y hace varios disparos entre los que hay que cambiarse de posición con rapidez. Después se pasa a la parte de atrás donde se pueden colorear, escribir, poner figuritas.. Es divertido si vas con alguien que entienda el japonés y te lo explique porque si no no sabríamos ni sacar las fotos. Otra ventaja de ir con alguien de allí, es que ellas tienen la opción de enviarse las fotos por correo electrónico, siempre que sea una dirección de Japón. Lo cual está muy bien porque las fotos que te da la máquina son miniaturas en collage.

Ha estado divertida la sesión de fotos. Ya podemos tachar de la lista el disfrazarnos en Japón.

Ya es hora de que vayamos yendo al apartamento a hacer las mochilas, así que nos despedimos de Mami y de Asusa. Ha sido un momento bastante vergonzoso  porque ambas nos han traído unos regalos y nosotros no tenemos nada para ellas. Les prometemos que cuando vengan a España los regalos se los vamos a hacer nosotras, así que aquí os esperamos chicas!!! Un besote enorme si leéis esto. Os echamos de menos y estáis invitadas a venir a España. Os recibiremos con los brazos abiertos!! y Mami!! tienes que venir a correr la San Silvestre eeeehh!!

Al llegar al apartamento parece que tenemos invitado. Nos encontramos con Sam, el dueño de la casa que ha venido a preparar lavadoras y comprobar que está todo correcto. Es un chaval muy agradable que llegó a Japón para estar unos meses, de ahí se quedó un año, luego dos, conoció a su mujer, se casaron y ya no se volvió nunca más.

Dadas las gracias por su atención, nos fuimos hasta el aeropuerto de Haneda. Cenamos nuestro último ramen antes de coger el avión y adiós Tokyo. Nuestra aventura nipona terminaba así, sin más. Mis reflexiones las dejo para la última entrada de mañana con nuestra visita a Dubai.

Sayonara!!



sábado, 24 de agosto de 2013

Danzas, flamenco y el secreto de la yema

Día 24 de Agosto:


Como era de esperar, la noche de chicos fue un fiasco total. Vagabundearon por bares más que sospechosos y un gordito les ofreció un "massage and blowjob". Al final terminaron en el barrio bebiendo whisky con un madrileño casado con una china/japonesa que estaba a punto de dar a luz.

Hoy sigue el cielo nublado aunque parece que no va a llover, así que elegimos visitar el parque Yoyogi.
Hay un autobús que pasa por el barrio con forma de perro que nos deja en la puerta por sólo 100 yenes.  Es uno de los parques más grandes de Tokyo y alojó la villa olímpica en su día.
Según nos vamos acercando, vemos que hoy no es un día normal en este parque, y es que grandes grupos vestidos con trajes tradicionales de colores y grandes banderas. ¿Qué está pasando aquí?

Nos bajamos del perrobus y seguimos a la multitud hacia un paseo dentro del parque donde se está produciendo un desfile. Estos grupos que hemos visto, desfilan a los largo de 200 metros interpretando una coreografía con banderas, abanicos, sombrillas, pañuelos y una especie de castañuelas a la japonesa.  Muy espectacular por la variedad de coloridos, vestimentas y coreografías. Al parecer es un concurso nacional de danza donde participan grupos de diferentes prefecturas de Japón, donde los integrantes van desde niños pequeños hasta personas mayores.
Aparte del paseo principal hay 2 escenarios donde los grupos van actuando, esta vez sin desplazarse, lo que da más vistosidad a la coreografía y permite verla de forma completa.

Muy chulo, ha estado curiosa la mañana. Comemos unas hamburguesas hechas en los puestos de comida del festival y terminamos la visita al parque descansando al borde del estanque.
Las vistas son bonitas e invitan a invertir un poco más de tiempo es quedarse allí. De esta forma es como vimos al perro hawaiano. Un perro al que su dueño le llevaba con gafas de sol para perros y una camisa de flores. Total!!! También nos pilló por banda la chica que ofrecía abrazos gratuitos.

Una vez abrazados, nos dirigimos a la salida del parque que da a Takeshitadori. Esta calle es la conocida por estar frecuentada por las gothic lolitas y demás personajes con looks poco habituales. Hay muchas tiendas con ropa "diferente" y un gran Daiso (la tienda del todo a 100 yenes).

Después de hacer unas compritas en el Daiso, nos volvemos a Shinjuku. Sara quiere encontrar la calle de los Yakitoris y Edu y Samu quieren ver el Goldengai. De camino nos encontramos a un lugareño que saca a pasear a su mascota, un surikata, o perrito de las praderas. Es muy gracioso, porque entre que la gente le para cada dos por tres para hacerse fotos y que el bichejo sólo sabe estar de pie.. el lugareño debe tardar como 5 horas cada vez que le saca a la calle.

Preguntando, preguntando, llegamos al Goldengai. Es un sitio parecido a un poblado chabolista en mitad de los rascacielos. Casitas de 2 plantas, con bares y restaurantes minúsculos. Y cuando digo minúsculos es que no entran más de 6 o 7 personas y todas en fila. Encontramos uno llamado Nana Bar. Un rincón dedicado al flamenco en pleno Tokyo. Yo no puedo contar mucho sobre el sitio, porque  Sara, Grego y yo nos tuvimos que ir invitados amablemente por el dueño del bar, ya que no íbamos a consumir nada y no podía permitirse ocupar 3 sitios en ese minibar.  El caso es que al parecer los que se quedaron se lo pasaron muy bien, fingiendo ser toreros famosos en España y vacilando a los aficionados al flamenco con que no tenían suficiente "duende".

Partimos en busca de la calle de los yakitoris, pero nadie parece conocerla. Realmente no creo que sea una calle si no que por esa zona hay bastante restaurantes donde sirven yakitoris (las brochetitas de toda la vida). Elegimos uno cuya especialidad es el pollo, en todas sus variantes: pechuga, contramuslo, vísceras, piel.. la verdad es que estaba todo muy rico. Me volvió a sorprender que se quedaran sin existencias de ciertos platos y también me llamó la atención, el acompañamiento que llevaba uno de los pinchos. Una yema de huevo cruda por dentro, como la de un huevo frito, pero hecha ligeramente por fuera de manera que se pudiera coger con los palillos sin romperse. Pregunté cómo la hacían, pero no quisieron desvelarme su secreto.

Sin más, nos volvimos a casa. Iba a ser nuestra última noche en Japón, pero ya estábamos reventados de todo el día, así que preferimos descansar. Mañana será otro día.

viernes, 23 de agosto de 2013

Kill boys

Día  23 de Agosto:

Vuelta al madrugueo otra vez. Hoy nos acompañará a mi y a mi dolor de espalda de ayer, el dolor de espalda de hoy. Qué agradable dormir en el suelo, gracias por no privarnos de esta experiencia!!

Hoy dividiremos el grupo y es que Sara quiere visitar el gran Buda de Kamakura. Siente pasión por estas esculturas y si a eso le añades que Kamakura es una zona de playa donde la gente practica surf, para qué queremos más!! Justo todo lo que a ella le gusta. Así que ella y Grego irán a visitarlo mientras el resto nos vamos a ver el templo Senjoji en el distrito de Asakusa.

La entrada al templo es una gran puerta con un farolillo gigante donde la gente espera paciente para hacerse la foto. Tras la puerta, un camino flanqueado por cientos de puestos de souvenirs que conduce hasta el templo. Es el templo budista más famoso y antiguo de Tokyo. Es bonito aunque después de haber estado en tantos, ya se nos hace un poco repetitivo.

Una novedad es que hoy está lloviendo!! Así que tenemos una pequeña tregua del calor. Buscamos refugio en un restaurante muy coqueto donde comemos bastante bien. Y hasta hemos tomado postres japoneses!

Aprovechando que ha dejado de llover, nos acercamos hasta Tokyo Station para ver los jardines que rodean el palacio imperial. No es que sean muy variados en especies, de hecho sólo hay arbolitos bajitos colocados al milímetro, pero sólo por el color del césped en contraste con los rascacielos, hace que sea algo curioso de visitar.

Vuelve a amenazar la lluvia y se acerca la hora en la que hemos quedado con Grego y Sara en el apartamento, así que regresamos.

Esta noche seguimos con las divisiones, y es que ellos quieren hacer su "noche de chicos", así que nosotras, en consecuencia, tendremos nuestra "noche de chicas".  En nuestro grupo tendremos una invitada muy especial, Mami. La chica que conocimos al principio del viaje en el hotel de Yurihonjo.
Hemos quedado con ella para ir a Roppongi al restaurante donde Tarantino se inspiró para su famosa escena de Kill Bill, el Gonpachi.

Es una chica encantadora y se desvive por hacernos agradable la velada. Habla español realmente bien y le encanta todo lo relacionado con nuestro país. Conoce tradiciones, gastronomía, está a la última de las noticias y hasta sabe quién es Belén Esteban!!. Esto nos hace preocuparnos un poco sobre qué imagen estamos transmitiendo hacia fuera..

Le comentamos que queríamos ir a un bar hecho de hielo que está también en Roppongi y aunque finalmente no lo encontramos, la chica lo intentó encontrar hasta el último minuto. Como si se tratara de la cenicienta, antes de que dieran las doce, se tuvo que marchar porque perdía el último tren hasta su casa. Así que allí nos quedamos, las tres, en un bar donde se comían raciones de pollo con cerveza en poco más de 10m2. Somos las únicas chicas y además extranjeras, así que somos un blanco fácil. Mientras Sara y María se beben sus cervezas a toda prisa, escuchamos cómo un par de chicos está ensayando frases en inglés por lo bajinis para entablar conversación, pero no les daremos ni la oportunidad.

Nos volvemos para casa antes de que perdamos el último metro. Casualidades de la vida ¿que no pensarías nunca que te iba a pasar en Tokyo? Encontrarte casualmente con alguien anónimo al que conociste una tarde de lluvia bajo la marquesina de la estación de Shibuya, y que no sabes muy bien por qué, en apenas 5 minutos fue capaz de contarte toda su vida. Pues allí estaba, en las taquillas del metro como nosotras. Le hicimos un poco la trece catorce para esquivarle ya que iba un poco perjudicado y no teníamos ganas de aguantar "ebriedades".

Al llegar a casa, sorpresa! los chicos han cerrado la puerta del apartamento con las dos cerraduras y nosotras sólo tenemos la llave de una de ellas. Genial!!! Lo que más nos apetece ahora es quedarnos en la calle, bajo la lluvia y rodeadas de mosquitos esperando hasta que ellos aparezcan, vete tú a saber a qué hora..

Dentro de casa se ve luz, pero no es que estén dentro, si no que se han olvidado de apagarla, al igual que la alarma del despertador que todas las noches suena a las 00:00. Los vecinos de arriba tienen que estar de nosotros hasta el moño.. Sara no se resigna a quedarse en la calle, así que se aventura por el lateral de la casa cual spiderwoman para ver si podemos entrar por la puerta de la terraza o por alguna ventana y hay suerte! Una ventana se abre desde fuera y por fin conseguimos entrar en casa. Gracias por salvarnos Spiderwoman!! jejejeje.

Habrá que esperar hasta mañana para conocer la versión de la noche de chicos...

jueves, 22 de agosto de 2013

Kazajistán y el cesto de braguitas

Día 22 de Agosto:

Las 10:30 y Grego está ya que no sabe qué hacer para entretenerse. Es como un gallo que se despierta con el primer rayo de luz y claro, después de la noche anterior que pasé, yo tenía ya ganas de dormir un poco. Lo malo es que haya tenido que ser en este futón sin espesor, que no amortigua nada y es como haber dormido en pleno suelo. Así que el dolor de espalda que tengo es bonito.

Nuestras visitas de hoy comienzan en el barrio de Akihabara. A los aficionados a la tecnología les sonará. En un distrito conocido por sus grandes centros comerciales y tiendas escondidas donde se puede encontrar todo lo relacionado con informática, sonido, fotografía, telefonía y demás cachibaches.

La verdad es que yo venía con otra idea más futurista y esperaba encontrar aparatos nunca vistos, lo último en tecnología, buenos precios.. pero nada de eso. Al final, la parte que vimos nosotros al menos, tenía muchos productos, pero nada espectacular. Lo bueno es que en la parte de fotografía tienen los objetivos de muestra a disposición de cualquiera y puedes montarlos en tu cámara para probarlos allí mismo. Hay tiendas pequeñas de segunda mano, pero o sabes japonés para entender los carteles y localizarlas o dispones de tanto tiempo como para recorrerte todos los sótanos y plantas de edificios para encontrar las gangas.

Lo único llamativo que había en la zona estaba dentro de un sexshop en el que vendían braguitas usadas con la foto de la dueña. Si, si, BRA-GUI-TAS U-SA-DAS. Y por si no se tiene presupuesto para varias, siempre se pueden comprar las anónimas a granel.

Otra anécdota de la mañana fue el encuentro con un diplomático egipcio en Kazajistán en una tienda de fotografía. Se me acercó con la excusa de que le aconsejara sobre cámaras y no paró hasta conseguir mi teléfono y tratar de que quedáramos por la tarde. En estos momentos es cuando me arrepiento de no llevar nunca ni relojes, ni pendientes ni ANILLOS!!! tal vez así me evitaría estas situaciones.

Hora de comer. Para evitar las trifulcas de siempre, cada uno se va por su lado. Samu y yo un rico ramen y el resto comida de McDonald's.

Por la tarde nos acercamos a la bahía de Odaiba, un añadido artificial a la ciudad que recuerda a la visión que se tiene de Nueva York desde Brooklyn. Tienen el puente y hasta una estatua de la libertad  desde donde se puede observar el aterdecer con el skyline de fondo. Un sitio tranquilo y que da la sensación de estar al margen del bullicio de Tokyo. Es como si se observara la locura desde fuera.

Para llegar hay que coger una línea especial de tren autómata. En la bahía se ven apartamentos de categoría, un graaaan centro comercial y la noria iluminada!

En el centro comercial coincidimos con el concierto presentación del nuevo single de las Party Rockets. Uuuuuuuhhhhhh!!! Un grupo de adolescentes entre 14 y 15 años vestidas cada una de un color. Hasta ahí, normal, un grupo de adolescentes para adolescentes, no? Pues no. Si nos fijamos en el público que ha ido a verlas, son todo señores de 30-40-50 recién salidos del trabajo. Se saben todas las canciones y las coreografías!!

Esta visión unida a las braguitas de por la mañana, es un aspecto un tanto sórdido de esta sociedad que choca con la imagen que teníamos hasta ahora de gente amabilísima, entregada, educada.. Todo parecía ideal en su comportamiento, pero estas cosas hacen sombra.

Ya sólo nos queda montarnos en la noria iluminada, yujuuuu!!!!Por 3000 yenes montamos un grupo de 5 (Edu se queda en tierra por su animadversión a las norias) y durante 15 minutos podemos observar el skyline nocturno de Tokyo.

Para volver al metro/tren que se conduce solo tenemos que pasar de nuevo por el centro comercial, pero esta vez damos con una zona clavadiiita al Venetian de Las Vegas. Los mismos pasillos con tiendas de alto nivel bajo un techo pintado como si fuese pleno día. Lo miiiismo.

Ya de nuevo en Tokyo, Edu tiene antojo de que vayamos al barrio de Roppongi. Al parecer es el destino nocturno del fin de semana, pero hoy es jueves...
Resultado de la noche: no encontramos ningún sitio curioso para cenar, así que terminamos en un sitio de lo más cutre. De bares molones ni hablamos, lo único que hicimos fue dar vueltas por la calle en busca de no sé muy bien qué, el caso es que no entramos en ningún sitio.. Lo único destacable de la noche fue cuando pasamos por delante de un bar con escaparate donde lo que parecían ser maniquís, resultaron ser dos chicas de verdad. Menudo susto que me di, que hasta las chicas se reían.

Vista la exitosa salida fiestera por Roppongi nos volvemos al apartamento, al menos las chicas, porque ellos se quedarán por el barrio intentando salvar la noche.

miércoles, 21 de agosto de 2013

El juego de los trileros

Día 21 de Agosto:

Qué torturaaaa!!! no he podido dormir nada en toda la noche. El aire acondicionado no llegaba hasta mi cápsula y no tenía aire nuevo que respirar. Por favor vámonos de aquí cuanto antes!!!
Hacemos una parada técnica en la sala común de recepción para ver qué visitaremos hoy. Comparte estancia con nosotros un lugareño en kimono y sin calzoncillos, sentado encima de una mesa con las piernas abiertas, que está tomando pastillas a la vez que le mira el culo descaradamente a una chica. Este sitio es todo encanto!! Vamonoooooosss yaaa!!! Ahora Samu se queda embobado jugando al beisball con un juego de mesa donde los muñequitos se mueven. Vengaaaaa!!!!

Esta experiencia "capsule" ha sido de lo peor, y esto deseando llegar al apartamento que reservamos por airbnb.com. Bueno, bonito y barato. Muy cerca de shinjuku y shibuya, en el barrio de Hatagaya. Allí es donde nos dirigimos para dejar las mochilas.

Cogiendo la línea circular de metro/tren para poder utilizar el Japan Rail, llegamos hasta Shinjuku donde cogeremos un bus que en 10 minutos  nos deja cerquita del apartamento.

Hacemos una ronda de duchas entre los que ayer no nos atrevimos a hacerlo en el hotel. Justo cuando era mi turno, decidieron cómo repartir los sitios para dormir. Somos 6 y sólo hay una cama de matrimonio, un sofá cama donde no caben 2 juntos, 2 futones para dormir en el suelo y un colchón hinchable. Resulta que se va a decidir por sorteo.. y ya da igual mi opinión porque son 5 contra 1, como viene siendo habitual en todo el viaje...Yo preferiría ir rotando ya que vamos a estar en la casa 5 noches, así todos tendremos oportunidad de dormir en la cama y no sufrir demasiado con el sofá y el suelo, pero bueno.. que si hay que cambiar las sábanas, que si hay que mover las maletas.. blablabla... ya no se acuerdan de quién les consiguió este sitio..  Después del sorteo: María y Edu cama, Sara y Grego sofá y Samu y yo suelo.

En fin, después de la bronca que no lleva a ningún sitio, nos fuimos a Shinjuku para subir a una de las torres del edificio del gobierno metropolitano. El acceso es gratuito. En ambas torres existen zonas de observación en las plantas 45 a 200 metros del suelo y unas chicas muy amables te hacen de guía para enseñarte qué edificios se pueden ver desde allí.
También se puede visitar de noche ya que está abierto hasta las 23:00, pero nosotros nos quedamos con la visita diurna y las explicaciones de la guía. Es impresionante ver cómo la ciudad parece no tener fin en el horizonte, que se pueda ver hasta el Fuji en días claros, que se aprecien las enormes extensiones verdes en medio de este mar gris de edificios...

Desde aquí, la próxima parada será el barrio de Shibuya, famoso por su zona comercial y su paso de peatones masificado. En realidad hay muchos más cruces de este tipo en la ciudad, pero este es el más conocido por la cantidad de gente que lo utiliza al estar situado justo en la salida de la estación de Shibuya. La mejor zona para verlo desde lo alto es el Starbucks, aunque si se quieren hacer fotos o video hay que andarse con ojo porque está prohibido por la policía, y los camareros se encargan de decírtelo cada dos por tres.

Otro punto de visita habitual de esta zona, y punto de encuentro es la estatua de Hachiko. Ah, que no conoces la historia de Hachiko?? Pues era el perro de Richard Gere que estudiaba en la universidad e hizo una película.... jajajaja, es broma, pero algunos lo entenderán.. La verdadera historia es la de un perro de un profesor de universidad que tras morir su dueño, le estuvo esperando en el mismo lugar durante más de 10 años hasta que el también murió.

Después de dar la vuelta y comer algo rápido en un restaurante de tickets de ramen, nos vamos hacia la Tokyo Tower. Es su 30 aniversario y la han decorado con decenas de muñecos de Doraemon. Esta torre fue durante mucho tiempo repetidor de señales de televisión y radio, pero debido al crecimiento de rascacielos, se la tuvo que "jubilar" para dejar paso a la nueva SkyTree sin rival que le haga sombra a sus más de 600 metros.

Samu, Edu y María suben hasta el observatorio para ver el mar de lucecitas rojas de los edificios de Tokyo por la noche.
A su salida nos volvemos para el barrio a cenar unas pizzas artesanas a 500 yenes cada una. Muy conseguidas para estar hechas por japoneses, aunque les cuesta un poco el salirse del guión cuando les pides una pizza "a medida" que no tienen en la carta, pero que lleva los mismos ingredientes que otras.. Fue curioso ver  cómo una parejita japonesa en la mesa de al lado se comían la pizza con palillos y la mojaban en soja, jajjajja. Seguro que a ellos también les hacemos gracia cuando nos ven comer sushi o ramen, pero nunca se me hubiese ocurrido comerme una pizza así.

Ya en el apartamento, entre sofás, colchones hinchables y futones montamos un tetris para poder encajar todo ocupando hasta parte de la cocina.

Luz fuera.

Buenas noches.

martes, 20 de agosto de 2013

Capsule experience

Día 20 de Agosto:

Está sonando la alarma. 5:00 am. En estos momentos es cuando piensas, qué tipo de vacaciones son estas??? Ni para trabajar me levanto tan pronto! 
Pero luego piensas en las experiencias únicas que puedes tener y sigues pensando..qué tipo de vacaciones son estas??? jejejee, no, es broma. Sin duda merece la pena el madrugón.

El objetivo de levantarse tan pronto es asistir al rezo budista en el templo de Torodo al que llegamos anoche dentro del cementerio. Realmente comienza a las 6:00, pero quiero ir con calma para poder hacer fotos del amanecer. El pobre Samu es el único que ha querido venir conmigo, y eso que es el más perezoso de todos, pero ambos compartimos el gusto por las experiencias únicas y diferentes.

Y para ayudarme a espabilar, qué mejor cosa que ver a Tamariz en calzoncillos de slip? Si, si, un huesped del albergue clavadito a Tamariz, que debe andar un poco chungo de la próstata y se levanta a las 5 de la mañana a mear sin percatarse que estoy en el pasillo comunal.

Al salir del albergue esperaba que aún quedase algo de oscuridad y pudiéramos ver amanecer, pero no, ya es de día. No hay manera de ver "el sol naciente".  Tampoco hay ni rastro de la niebla matinal que había visto en algunos de los libros de fotografías del cementerio de Okunoin y que daban un aire fantasmagórico ideal.

Llegamos al templo a tiempo para ver los preparativos de los monjes. Somos los primeros en llegar junto con otras dos japonesas del albergue que nos enseñarán el ritual que hay que seguir al entrar. Quitarse los zapatos, coger con la punta de los dedos una pizca de canela/incienso en polvo de un montón y frotarse las manos.

En la zona central, iluminada sólo por la luz de las velas, se sitúa el monje que dirigirá la ceremonia. Dos monjes acercan un arcón de madera lleno de las provisiones diarias para los monjes, para que sea bendecido. Al parecer caminan hasta el pueblo (a 2km) para traerlas diariamente.

Alrededor del monje principal se colocan otros 7 monjes. El rezo dura 45 minutos y consiste en ir cantando ciertas partes de un libro. No sé si son oraciones, texto como el de la biblia o el corán... el caso es que sólo varían el ritmo en el momento en el que cada monje rompe el sincronismo y pronuncia lo que nos dio la sensación de ser peticiones propias o plegarias que algún fiel les ha hecho llegar.

5 minutos antes de terminar nos escapamos sigilosamente para ver "La sala de las lámparas" que está en el pabellón de al lado, frente al mausoleo de Kobo Daishi. Más de 10000 lámparas de aceite se mantienen continuamente encendidas en esta sala desde hace cientos de años. Filas y filas de columnas de lámparas, el techo repleto.. impactante. Obviamente el cartel de "No photo", y obviamente yo que no me puedo resistir. Esta vez, de forma discreta con el teléfono para que no se note mucho. Cuando estaba encuadrando una toma del techo, me doy cuenta que hay una cámara de seguridad vigilando, OH, OH! Vámonoooos!!!

Aprovechamos el tiempo que nos queda antes de encontrarnos con el resto para llegar hasta el otro extremo del cementerio. Esto es interminable!! Lo malo es que los mosquitos han empezado a despertarse también y tenemos que abortar la excursión antes de tiempo.

Bajamos hasta el pueblo para desayunar unos bollitos recién hechos y visitar el Danjo Garan.
Es un complejo con más de 20 edificaciones (pagodas, pequeños templos...) en cuya construcción Kobo Daishi invirtió toda su vida. El edificio más llamativo es el Daito, una imponente pagoda de color naranja chillón.
Este complejo es lugar de peregrinaje de los monjes que habitan en el pueblo, y es gracioso verles andar sobre sus sandalias de madera dando mini pasitos para ir de un edificio a otro, hacer sus 3 reverencias, sus rezos y rumbo al siguiente...y así echan la mañana!

Podríamos seguir una semana entera viendo templos en Koyasan y no terminar con todos.. así que nos quedamos con esta pequeña muestra y nos despedimos de este pueblo. Por delante nos queda un largo trayecto de autobús + funicular + tren + otro tren + otro tren más..

Y finalmente, después de 7 horas y 40 minutos llegamos a Tokyo!!! Yujuuu!!! Si llegamos a hacer un transbordo más, Edu me hubiera tirado a las vías del Shinkasen.
Al llegar a la estación preguntamos a un caballero por la dirección del hotel y cómo no!!! nos acompaña hasta la puerta!!!! Ya nos empezamos a acostumbrar a este comportamiento y eso no es bueno.
Hoy tendremos nuestra experiencia "Capsule", y es que no se puede venir a Japón y no dormir en un hotel cápsula (¿o si?). A toro pasado, digo que si, que es totalmente prescindible.

No hay necesidad ninguna de dormir en una habitación con 20 personas más, con olor a tabaco, sin aire circulando, con una moqueta con más manchas que un dálmata y con un baño que es mejor verlo de lejos. Pero claro, todo esto no lo sabíamos al llegar. Lo fuimos descubriendo después. Y si la zona de chicas era para verla, la de chicos debía ser eso elevado a la enésima potencia y añadiendo un japo en calzoncillos que se tira pedos y ronca. Qué delicia de hotel!!!

Intentamos pasar el tiempo justo e imprescindible en este antro, así que salimos a cenar y dar una vuelta antes de dormir, aunque personalmente yo estoy agotada de tanto viaje ya.

Ritual de siempre para encontrar sitio para cenar: que si este no, que este tiene lo mismo de siempre, que este es caro, que este está vacío, que este está lleno.. en fin.. que terminamos en un coreano donde se comen bolsitas hechas con lechuga rellenas de panceta de cerdo a la plancha con verduras. Al menos algo "diferente".

Desde las calles que rodean al hotel se ve la nueva torre SkyTree. Es curiosa la afición que tienen todos por ir a ver torres altas. Como si de mosquitos guiados por una luz se tratara.. allí que van.. total para llegar justo a las 23:00 cuando le apagan todas las luces y cierran. Menudo paseo más productivo y todavía queda volver.. Al menos podremos decir que vimos desde la base la segunda torre más alta del mundo y la más alta de Japón.

Ya de vuelta en el hotel, me voy a dormir a ver si llega cuanto antes la mañana y nos vamos de aquí. María y Sara bajan al sótano a ducharse y al pasar por recepción, a quién se encuentran de sorpresa??? A los chicos poniéndose los zapatos para escaparse a tomar cervezas. Ayyyy, que os han pillado!!!
En el fondo les entiendo. Yo también intentaría escapar de este sitio si pudiera.

Mañana será otro día..



lunes, 19 de agosto de 2013

"Cuidado! hay fantasmas. Ya, pero esos no pican."

Día 19 de Agosto:

Aleee, todos a hacer las mochilas, que nos vamos de Kyoto. Ya se nos estaba olvidando lo que era cargar con ella como un caracol.

Terminamos nuestra andadura por Kyoto, con destino final Tokyo. Pero antes haremos una parada "mística" en Koyasan, o Monte Koya. Una zona montañosa al sur de Osaka, donde dicen que Kobo Daishi fundó la secta budista Shinghon. El pueblo de 3 km de largo, se encuentra entre 8 montes, tiene más de 100 templos donde se ofrece alojamiento, y un cementerio simplemente "espectacular".

El viaje hasta allí podría contarse en una versión corta: Kyoto (10:00) - Koyasan (18:00)

o en algo más extendido, que para eso está este blog, no? para que dentro de un tiempo cuando ya no me acuerde ni de cómo me llamo, lo lea y recuerde todas estas vivencias.

Realmente no es que se tarde tanto en llegar, pero si el que te atiende en la oficina del Japan Rail en Kyoto, no tiene el día amable y no te especifica correctamente el tren que tienes que coger, si no que sólo te dice la hora a la que sale... pues pasa lo que pasa.. que a poco más y terminamos en Tokyo.
Cuando ya llevábamos media hora en el tren, anunciando que el destino era Tokyo, ya me empecé a poner nerviosa porque íbamos en sentido contrario. La siguiente parada del tren era en Nagoya, así que fuese dónde fuese, teníamos que bajar para dar la vuelta.

En esa estación si que nos explicaron con detalle qué trenes teníamos que coger. La ruta a seguir sería esta:

Nagoya(11:10) -> Shin-Osaka(esta estación me suena, jejeje) (12:03)
Shin-Osaka(13:00) -> Wakayama (14:00)
Wakayama(14:55) -> Hashimoto
Hashimoto -> Gokurakubashi
Funicular Gokurakubashi-> Koyasan Station(17:50)

En realidad, desde Kyoto, debería tardarse sólo dos horas y media, en vez de 8, pero bueno..
Entre trenes, funiculares, autobuses, aviones, tranvías, taxis, ferry, coche y bicicletas.. creo que sólo nos queda montar en patinete, rickshaw, globo y moto para cubrir todos los medios de transporte.

Desde la estación de Koyasan tenemos que coger un autobús que nos lleve al otro extremo del pueblo, hasta Okunoin-mae (el cementerio) donde tenemos el albergue.
La verdad es que en las fotos parecía otra cosa. Es un sitio "curioso". Como una caseta de chapa al lado de la carretera, que cuando abres la puerta de la calle, sólo ves pasillo donde está la recepción/cocina/sala común, los lavabos, los baños, las habitaciones y las "celdas". Son como cápsulas pero con ventana y bastante espacio hacia el techo. Todo está en blanco y madera. Tiene aspecto moderno y agradable, aunque el hecho de estar todo en un pasillo se hace extraño.

En una hora se hará de noche así que aprovechamos las indicaciones del "amable" recepcionista para visitar el cementerio antes de que el único restaurante abierto cierre y el albergue cierre la puerta por el toque de queda.

Antes de salir por la puerta, le pregunto al recepcionista:

-¿Sabes si hay mosquitos en el cementerio?
-Si, muchísimos, y también hay fantasmas
-Ya, pero esos no pican así que no me preocupan.

Ale, manga larga y pantalón largo todos!!

Decir que este cementerio está abierto al público ya que está en medio de la foresta, lo que le da un aire fantasmagórico único. Como si fuese un bosque encantado. El poder verlo de noche no tiene precio. (aunque a María no le hace ninguna gracia). Hay más de 200.000 de tumbas cubiertas por el musgo, con formas tan variadas, que lo mismo te encuentras el torso esculpido de un bebé, como un cohete espacial o una taza de café gigante. Se ve que el señor Saimaza eligió descansar aquí y le rindieron homenaje. Si bien la oscuridad no permitir percibir la extensión real del cementerio, la atmósfera que genera es inquietante a la par que atrayente. Piensas, "uy qué miedito", pero también "qué habrá más adelante?". Así llegamos hasta el templo escondido donde se encuentra el mausoleo de Kobo Daishi y la sala de las lámparas. Para acceder a él está el puente Ichinohashi a partir del cual queda prohibido comer, beber y hacer fotografías (ejem, ejem.. esto va a ser que me lo voy a saltar, corriendo el riesgo de que Kobo Daishi me maldiga por siglos, pero sólo voy a estar aquí una vez en la vida.. )

Por hoy ya han sido suficientes tumbas. Mañana volveremos de día. Ahora nos vamos a cenar al único sitio abierto de la zona, un restaurante familiar donde sirven diferentes platos de curry. La dueña es una señora pequeñita que hace lo que puede por entendernos y trata de explicarnos que estuvo en Barcelona  y conoce quién es Gaudí. Estos japoneses no dejan de sorprenderme. En un pueblo perdido en la montaña y conocen a Gaudí!!

Del restaurante a la cama. Entre que no hay nada que hacer por esta zona y que el albergue tiene toque de queda a las 11... no nos dejan elección.

domingo, 18 de agosto de 2013

Será esta la última entrada??


Día 18 de Agosto:

"Aiiichhh cómo pica!!!" Así despierta Sara hoy, después del ataque mosquitil de ayer en los toriis. 
Pues nuestro destino de hoy, no creo que sea de ayuda para el picor, porque nos desplazaremos hasta la zona de Arashiyama, en la parte norte de Kyoto, para visitar el famooooso bosque de bambú. Qué nueva variedad de mosquito nos estará esperando allí? Y es que esto empieza a ser como los cromos, "a veeer.. me falta la picadura de Hiroshima y la de Aso...ah, pues yo esas las tengo repes, te las cambio".
Pero como todo el mundo que viene a Kyoto, va a ver el bosque de bambú, no vamos a ser los únicos que no lo vean, no?

Lo mismo han debido de pensar las hordas de turistas que siguiendo a guías con banderitas, van caminando por la senda custodiada por verdes bambús impidiendo sacar una foto de las que a mi me gustan, SIN NADIE!! Así que lo doy por imposible.. y seguimos camino. Aunque el recorrido no es largo y es agradable al estar en sombra, hay varias formas de hacerlo: en bici, se pueden alquilar a la salida de la estación de tren o en rickshaw, también conocido como jinrikisha. 

No he comentado hasta ahora en qué consisten, aunque se pueden ver por muchas zonas turísticas. Viene a ser como una calesa de sólo dos ruedas, con un soporte delantero del que va tirando un chico japonés, fornido y morenito. Curiosamente los japoneses no suelen ser muy agraciados, pero los chicos de los rickshaw tienen su aquél. No tengo idea de lo que puede costar porque siempre los rechazamos cuando nos los ofrecían, pero son muy bonitos y sus dueños los tienen muy cuidados. 

Por suerte, no ha habido rastro de mosquitos en el bosque de bambú. Menos mal!! A continuación del bosque, hay un parque dedicado a un poeta chino, que llega hasta el río. Las vistas desde el río ofrecen
un paisaje de frondosas laderas que en otoño, con los tonos rojos y amarillos, debe ser espectacular. 
Al llegar nos damos cuenta que este río es donde se hace la pesca nocturna con cormorán. Hubiese estado chulo asistir, pero es lo que tiene no preparar las salidas.. que te pierdes muchas cosas..

Hemos terminado la excursión prontito, así que nos volvemos a Kyoto a comer en el mercado de comida de Nishiki.  El mercado realmente es una calle abovedada de esas que tanto les gustan aquí en Japón para poner galerías comerciales. Son como 500 metros donde habrá más de 100 puestos. Mezclan platos cocinados con productos frescos, encurtidos, dulces y caramelos, té, ropa y sandalias típicas. Está cerca de Gion y Ponto-cho y comunica con otras dos galerías de tiendas: Teramachi-dori y Shinkiogoku-dori, donde se pueden encontrar kimonos de segunda mano a buen precio.

La comida no ha sido ningún éxito, la verdad, hemos vuelto a comer las bolitas de pulpo y algunos fritos de pasta de pescado que no tenían un sabor muy agradable. Para quitar el mal sabor de boca, Samu se compra uno de esos pececitos dulces rellenos de pasta de judía roja. Revoloteamos un poco entre las tiendas para hacer tiempo antes de ir a visitar Gion de día, a ver si "cazamos" alguna geisha. 

De Gion, podemos decir que es agradable para pasear entre casas de madera con look antiguo, reconvertidas en restaurantes. Sin embargo, encontrar una geisha a las 7 de la tarde con cientos de personas a la busca y captura de alguna que se atreva a salir de casa, para sacarle una foto, es "Misión Imposible" aunque Tom Cruise no esté protagonizándola.

Ya se está poniendo el sol y aprieta el hambre. Nuestro objetivo es probar el pez globo, también conocido como "Fugu". El pescado que requiere una carrera universitaria de especialización para aprender a cortarlo correctamente, evitando la zona venenosa. En el restaurante de anoche, la camarera que hablaba español nos recomendó el único restaurante de Fugu que lo tiene fuera de temporada, ya que es típico del invierno. Nos marcó un punto en el mapa, justo al lado del río, por donde nos hemos estado moviendo todos estos días. 

Parecía fácil, sin embargo, después de andar y desandar la misma calle por 3 vez, Edu opta por preguntar a un paisano que iba en bicicleta. Atención que viene otra muestra de la buena voluntad de esta gente... El hombrecillo de la bicicleta, examina el mapa y decide ayudarnos, pero antes va hasta un parking de bicicletas cercano, para acompañarnos andando hasta el lugar (en sentido contrario hacia donde él se dirigía). Parecía tenerlo claro, pero cuando llegamos por cuarta vez a la calle donde ya habíamos estado, empezamos a sospechar que no tiene mucha idea. 
El que pare a preguntar a un vecino de por allí, nos corrobora que no sabe dónde está el sitio. Entre los dos se ponen a mirar el mapa, del derecho, del revés...Como esto siga así, vamos a acabar con todo el barrio guiándonos. Vuelta para arriba, vuelta para abajo.. tantos restaurantes de Fugu hay aquí como para que no sepan saber cuál es??

Después de más de media hora, damos con ello. Le damos mil gracias al chico por su inestimable ayuda y entramos a comer el dichoso pescaito. Hay un acuario en la puerta con varios ejemplares. Parece un pez bastante tonto. Sube hasta arriba y cae a plomo hasta el fondo, rebota y vuelve a subir. Así todo el rato. Y es que tiene unas aletitas tan pequeñas para el tamaño de su cuerpo que dudo que puedan nadar.

Grego y Sara prefieren seguir con vida mañana, así que allí nos dejan y se van a cenar a otro sitio. Tenemos alguna dificultad para entendernos con la camarera porque no habla nada de inglés pero al final conseguimos pedir algo ¿comestible? Un carpaccio de Fugu crudo, un sashimi y un sukiyaki. Todo regado con el tradicional sake caliente con aletas secas de fugu infusionadas. 

Es difícil hacer una reflexión sobre esta delicatessen conocida internacionalmente, la verdad. Quedaría estupendamente decir que es un manjar de dioses, pagado a precio de caviar, pero la verdad, es que ni fue tan caro, ni estaba tan bueno. Simplemente, no sabía a nada, y cuando digo nada, es nada. Por mucho que Samu diga que es que no tenemos paladar para apreciarlo... tonterías... y encima correr el riesgo de morir por envenenamiento.. A ver si mañana seguimos en pie...

Después de la super carne de Hida y el delicatessen de Fugu, empiezo a pensar que es todo puro marketing y que los españoles somos unos garrulos al no sacarle partido a todas las cosas deliciosas que tenemos en nuestra gastronomía. Si promocionásemos internacionalmente el chuletón de Ávila, la fabada asturiana, el marisco gallego, la tortilla, el pan con tomate, etc, etc, etc... otro gallo nos cantaría, desde luego. 

Bueno, no voy a contar lo más impactante de la cena, hasta que no suba el video que grabamos. Así que tocará esperar un poco.

Al irnos, Samu le pregunta al cocinero, cuando se infla un pez globo, ya que en la pecera no hemos visto a ninguno hinchado. ¿Sabéis cuál es la respuesta? Pues cuando están fuera del agua, por el ahogamiento que sufren. Ale, ya hemos aprendido algo hoy. Bus y para el albergue.

sábado, 17 de agosto de 2013

Un buda enorme y mil mosquitos pequeños

Día 17 de Agosto:

Hoy nos vamos de excursión a Nara. Una localidad a 45 minutos de Kyoto en tren express.
En vista de que a media mañana nos entra siempre el hambre y que nos dan las tantas decidiendo sitios para comer, me preparo unos oniguiris con el arroz especiado que sirven en la versión japonesa del desayuno.

En Nara hay dos estaciones de tren, la de Nara que pertenece al Japan Rail Pass que está donde Cristo perdió la zapatilla, y la de Kintetsu, cerquita de los puntos de interés. En la oficina de turismo de la estación nos dicen que la zona interesante está a 20 minutos andando... y un cuerno! Al menos son 45 minutos bajo el sol naciente y aroma a cagarrutas de ciervo por todas partes.

Así no se pueden ver los sitios porque cuando llegas estás ya harto de andar, pero bueno, es lo que tiene venir en verano (No se lo recomiendo a nadie)

Nara, es conocida por estar cerca de Kyoto y poder visitarse en un día. Dispone de templos, museos, parques y jardines, todos ellos llenos de ciervos sueltos que mendigan por una galleta que te venden allí mismo. No sé qué les echarán las abuelillas que venden las galletas, pero los animales parecen auténticos yonkis y en ocasiones empujan sin piedad a niños y mayores con tal de alcanzar su objetivo.

Para quién no haya estado en Miyajima, puede resultar atractivo el ver a los ciervos tan de cerca, pero al menos para mi, es más de lo mismo y sólo pido que no haya pulgas entre tanta caca de animal porque somos el objetivo ideal.

Por fin llegamos al que será nuestro único punto de interés a visitar, el Todaijii. El mayor edificio de madera del mundo, con un buda de bronce de 16 metros en su interior. La entrada son 500 yenes, pero merece la pena pagarlos. Además en el interior se encuentran maquetas de los distintos edificios que albergaron previamente al buda. También hay una columna de madera con un agujero en la base, del tamaño del orificio de la nariz del gran buda, en el que niños hacen cola para atravesarlo y así conseguir la iluminación.

Como ninguno de nosotros cabe por el agujero, probamos suerte con uno de esos palitos de la buena fortuna tan populares entre los japoneses. Consiste en pagar 100 yenes por sacudir una caja octogonal de madera que contiene palitos con números. Se saca un palito y se enseña al encargado de repartir los folletos de la suerte. En nuestro caso, ¿cuál nos tenía que tocar? pues está claro, el peor de todos. Tan malo debía ser que una mujer que lo vio se tapó los ojos y se fue. Al ser malo, se tiene que dejar atado en unos alambres a la entrada del templo, para que el viento se lleve esa mala suerte. (No ha debido soplar mucho viento, porque después de volver del viaje, ya en Madrid, parece que nos ha mirado un tuerto.. en fin..)

Deshacemos el camino rumbo a la estación de tren, ojeando los puestecillos de souvenirs que hay a la salida del templo. ¿A que no adivináis qué hora es? Pues si, la hora de comer, y nosotros sin comer. Menos mal que tengo mis triangulitos de arroz..

Samu, Edu y María esperan cola en un restaurante que parece muy solicitado. Últimamente nos basamos en el número de gente que haya esperando para elegir, y este tiene bastante, así que será por algo. En la entrada tienen fotos del dueño presentando la especialidad de la casa en programas de televisión y rodeado de famosos locales que visitan su establecimiento. Por lo que se ve en las fotos, el plato estrella es una especie de saco, flotando en caldo. Hasta que no terminaron de comer no supimos el misterio que contenía el saco. Al parecer era un ramen invertido. Habíamos dado con el Ferrá Adriá de Nara!! Es un saco hecho con algo rebozado y frito con textura dura, que no llegaron a saber de qué se trataba... podía ser tripa de ciervo, piel de ciervo... mejor no pensarlo. El saco se abre al servirlo y su contenido de noodles se vierte en el caldo.

Después de comer volvemos al tren y caemos en la cuenta de que nos pilla de camino el famoso templo de Fushimi Inari Shrine. El de los toriis naranjas, para que nos entendamos todos. Está sólo a dos paradas antes de Kyoto volviendo de Nara. Nada más poner el pie en el andén del tren ya hay toriis por todas partes, y el recinto del templo se encuentra cruzando la calle, lo que se agradece.

Sara y yo íbamos con muchas ganas a esta visita. Ella porque le gustan los toriis, y yo porque es uno de los sitios ideales para inflarse a hacer fotos. El recorrido completo son varios kilómetros y se necesitan al menos 2 horas para recorrerlo todo. El que nosotros no pasáramos de los dos primeros túneles, no se debió al tiempo, que de eso teníamos de sobra, ni al calor, ya que estábamos por zona de sombra, si no que éramos el blanco perfecto para los miles de millones de mosquitos que vivían agazapados entre los toriis esperando nuestra llegada.

Fue un no parar, sólo se oían manotazos en las piernas matando mosquitos, y para estar pasándolo mal, nos fuimos. Una pena, pero después de estar acumulando veneno en nuestra sangre durante 16 días y sin un milímetro de piel sana en las piernas, cualquiera se arriesgaba a quedarse allí...

Al terminar la excursión más pronto de lo esperado, nos dio tiempo a pasar por el albergue a descansar un ratito y buscar algún sitio para cenar. Nos recomiendan un sitio para comer sushi, en la zona del rio, porque Samu sigue empeñado con que no ha comido sushi todavía (tiene la misma memoria que Dori la de Buscando a Nemo).

Resulta ser un restaurante de sushi giratorio donde vas cogiendo platos de colores, cada uno con un precio diferente, pero a esas horas ya no lo tienen disponible y se pide de la carta. Eso sí, de forma remota mediante un iPad instalado en la mesa. Muy chulo y nada caro para ser un sitio de sushi. La anédota de la cena fue que la camarera que nos atendía, hablaba castellano perfectamente porque había estado viendo en España con su novio catalán. En el sitio menos esperado te encuentras a gente muy curiosa.

Al salir del restaurante vamos a pasear por Gion, el barrio antiguo de las Geishas, aprovechando que no hay oleadas de gente que como paparazzis, intentan capturar la imagen de alguna geisha de la zona. Y lo mismo que nosotros debieron pensar las 2 que vimos, jejeje. Sin tenerlo previsto, allí estaban. Ya podemos tacharlo de la lista de "Cosas a hacer si vas a Japón".

Y sin más que hacer por hoy, vuelta al albergue en taxi, que mañana será otro día.

viernes, 16 de agosto de 2013

Quema de rastrojos

Día 16 de Agosto:


Buenos días desde Kyoto! Hoy el día promete ya que tenemos alquiladas unas bicis para ir visitando la ciudad, lo que hará que nos ahorremos caminatas bajo el sol y la humedad.

Cogemos fuerzas con el desayuno del albergue. Es una mezcla entre continental (café, bollería y tostadas) y japonés (té sin azúcar y arroz). De la leche ni rastro...así que toca beberse de trago el té sin respirar para no notar el sabor y ponerse en marcha.

Las bicis están muy poco usadas y son bastante cómodas para pasear, con su cestita, su timbre, sus marchas.. aunque a Edu le queda un poco pequeña ya que están pensadas para tamaño japonés.

Como la pandilla de verano azul, vamos pedaleando hasta el templo Nishi-Hongan-ji. Es patrimonio de la humanidad y su estructura de madera con enormes columnas y su sala de rezo con los tatamis y el altar, bien merecen la visita. Además es gratuito aunque se admiten donaciones.

El siguiente punto del mapa está al norte: el Castillo Nimenji. Realmente tiene poco de castillo, Es más bien un palacete en mitad de un parque bastante seco, que cuesta 600 yenes entrar y lo único que se puede ver es una exposición de los paneles japoneses que separaban las estancias. Están forrados de pan de oro y adornadas con pinturas de animales o árboles en flor. Son bonitos, pero no nos dejan hacer fotos. Una curiosidad es que el suelo de madera del palacio, emite un sonido parecido al canto de un pájaro cuando se pisa sobre él. Esta técnica se utilizaba para controlar el paso de personas.

Creo que la visita es curiosa pero la desmerecen el calor insoportable y la prohibición de hacer fotografías en el interior. De hecho mientras salíamos del recinto, Grego ya iba levantando la voz diciendo que "menudo timo"y quién lo fue a escuchar??? pues un grupo de españoles, que se dieron media vuelta de la misma.

De aquí la siguiente parada será el palacio imperial donde residía el emperador antes de trasladarse a Tokyo, y que ahora se utiliza de residencia de verano. Vamos a probar suerte ya que las visitas, a pesar de ser gratuitas, se hacen en grupo guiado y bajo previa reserva, y nosotros no la hemos conseguido.
Al parecer merece mucho la pena verlo, por el edificio y el jardín, pero si no se tiene la suerte de tener reserva o conseguir plaza allí mismo en la oficina, a no ser que se quiera pasear por un gran parque, no hay que molestarse en ir ya que el palacio no se puede ver desde fuera de los muros.

Como todos los días, se nos hacía tarde para comer incluso para un español y no teníamos ni idea de dónde ir. A eso le sumamos que era un día de fiesta y la mayoría de los sitios estaban cerrados. Encontramos un restaurante donde hacían curries (es curioso la de sitios de curry que vamos viendo ya). Nos dicen que están a punto de cerrar y que además no tienen comida suficiente para darnos de comer a los 6. No es la primera vez que nos pasa esto, y nos sorprende enormemente, porque una cosa es que se te acabe la ración de pulpo, pero si eres un restaurante sólo de curries, y te quedas sin carne para hacerlo.. una de dos, o no eres muy previsor o los productos que se consumen son tan frescos que las cantidades que manejan son las justas para el día. En fin... resumiendo, que me lio... el tipo del restaurante no sólo nos pide disculpas sino que nos ayuda a encontrar otro sitio donde nos den de comer. ¿A que todos los camareros españoles nos harían lo mismo? Claaaaaroooo que no, jajajajajaja.

Un poco más adelante siguiendo con las bicicletas, encontramos un sitio donde sirven ramen con un caldo de huesos de cerdo que es la especialidad del lugar. El sitio está pensado para comer rápido e irse. De hecho la comida se encarga mediante una máquina expendedora de tickets que hay en la entrada. Creo que esto lo he explicado ya en alguna otra entrada..

Un rato después, con la panza llena de riquísimo ramen y 780 yenes menos en el bolsillo, volvemos a coger nuestras bicicletas, rumbo al este de la ciudad para visitar el templo de Kiyomizu-dera. Por esa misma ruta se encuentran al menos otros 4 templos más, pero dada la hora que es, no tenemos tiempo de pararnos a verlos porque a las 18:00 cierran y aún nos queda un trecho en bici y una cuesta andando hasta llegar a la parte alta donde se encuentra el templo.

Este templo es conocido por 3 cosas: su mirador sobre Kyoto, su santuario para los que buscan el amor y su fuente de los 3 chorros.  Se puede visitar por 300 yenes (en primavera y otoño es más caro)

El mirador, majestuoso, podría haberme quedado allí toda la tarde si no fuera por los cientos de personas que se agolpaban y que daban la sensación de hacer quebrar las vigas de madera que sirven de base.

El santuario del amor, pequeñito pero gracioso, con sus dos piedras enfrentadas que deben encontrarse caminando con los ojos cerrados. Este camino simboliza la búsqueda del amor. Allí estuvimos haciendo la prueba mientras nos hacían corrillo y superamos la prueba con alguna ayudita final, jijijii.

La fuente, refrescante, con aguas terapéuticas según dicen. Consta de tres chorros que salen de la piedra   y de los cuales hay que beber con unas tazas con mango largo para conseguir salud, longevidad o éxito en los estudios. En el momento de beber no sabíamos qué representaba cada chorro, pero nos fijamos que los jóvenes iban al tercero y la gente mayor al primero. El segundo se quedaba para los que esperaban por el primero pero se quedaban sin sitio. Así que elegimos el primero, la salud. Samu se bebió 2 vasos y bromeamos con que la avaricia le va a provocar el efecto contrario ( y a día de hoy, se encuentra con el brazo en cabestrillo después de salírsele el hombro jugando al pádel, a la vez que está con diarrea, ¿casualidad? jejeje)

Recogemos a la salida a Grego y Sara, que no tenían el día de ver más templos después de la decepción del castillo Nimenji y volvemos al albergue para descansar un poco antes de salir por la noche a ver arder los montes.

Hoy día 16 se pone fin a la fiesta del Obon, la visita de los difuntos a sus familias terrenales, mediante el Gozan no Okuribi. Cincos hogueras de grandes dimensiones se encienden en los montes que rodean Kyoto, para que los espíritus vuelvan a su mundo.

Es posible verlas dos de ellas desde la zona del rio Kamo, si se consigue subir a alguna terraza de algún edificio. Después de intentar en varios sitios y que nos rechazaran con distintos motivos, encontramos sitio en una donde ofrecen un menú con "all you can drink", pero que no nos convence porque falta sólo 1 hora para que cierren y no lo van a amortizar, así que pedimos platos sueltos y parrilla de carne. El sitio está animado porque todos los grupos de japoneses llevan horas allí bebiendo todo el vino que han podido. Sólo se alcanza a ver una de las hogueras, pero más que suficiente.
La anécdota de la noche, la ración de queso con crackers, por 500 yenes (unos 4 euros), donde venían 3 quesitos del caserio de sabores a pimiento, mostaza y queso y 4 crackers. La-men-ta-ble, como diría mi amigo Villar.

La noche no promete nada, pero como estos se han quedado con las ganas de tomarse algo, buscamos algún bar. En la zona del canal, en un segundo piso, se anuncia el Moonwalk, un bar con copas por 200 yenes. Demasiado tentador como para no probar. La oferta es real, pero el truco está en el impuesto revolucionario de 400 yenes por persona, por el uso del bar.

Lo que parecía iba a ser una noche sin más, resultó ser la más divertida que pasamos en todo el viaje. Convertimos el bar en toda una fiesta y los camareros terminaron poniendo La Macarena. Hicimos bailar a todos, nos echamos un colega con una borrachera, que tan pronto se quedaba dormido en la barra como se venía arriba y se liaba a hacer brindis. Su amigo intentaba ligar con unas chicas de la mesa de al lado mientras bailaba como Pete el Anguila. Una de ellas parecía la niña de The Ring justo al salir del pozo. Pálida, con el pelo negro en la cara y mirando fijamente. De impresión.

La verdad es que no sé cómo en tan pocos metros cuadrados, se pudo juntar gente tan dispar al mismo tiempo. Teníamos a una pareja de japonesas que bailaban como si les estuviese dando un ataque epiléptico, a una japonesa con dientes de castor, apodada Maria Antonieta, en apariencia modosita pero que se arrimaba e intentaba liarse con todos y todas las que se pusieran delante...


Allí dejamos a toda la fauna y nos vamos al albergue en taxi a disfrutar de nuestro barracón con litera privada.

jueves, 15 de agosto de 2013

Goodbye Aso. Hello Kyoto!!

Día 15 de Agosto:


Dejamos con tristeza el albergue de Aso por la incertidumbre de saber qué tugurios nos esperarán y lo mucho que nos acordaremos de lo bien que estuvimos aquí...

Salimos pronto para llegar a tiempo a devolver el coche a Kumamoto. Todo sin problemas. Prueba superada sin rayones, golpes, accidentes... Cuando los de la agencia de alquiler nos vieron aparecer se les puso una sonrisa en la cara.. de esas de "Uff, estos han llegado sanos y salvos, y eso no que no dábamos un duro por ellos"

De Kumamoto hasta Kyoto nos esperan 780 kilómetros. En tren bala son unas 4 horas, incluido el transbordo que tenemos que hacer en Shin-Osaka, que aprovechamos para comer unos dim-sum del 511 en mitad de un pasillo de la estación. Esta estación ya empieza a ser nuestro segundo hogar.

Hoy será un gran día porque, atención, ¡¡ NO NOS HEMOS PERDIDO PARA LLEGAR AL ALBERGUE!!

La verdad que el sitio está muy chulo. Se llama Piece Hostel y está al lado de la estación de Kyoto, por lo que nos viene muy bien a la hora de desplazarnos. Está recién inaugurado y la decoración es muy moderna. Las únicas pegas son que hay que bajar a la planta de recepción, cocina y zona común para ducharse y que la habitación comunal parece un barracón alemán, con sus literas hechas de madera y metal.

Salimos a dar un paseo por la zona de bares y restaurantes con vistas al rio, que llaman Potoncho. Se llega desde una gran avenida con aceras cubiertas con miles de tiendas de ropa, accesorios para geishas (peines, pañuelos, bolsos, sandalias, kimonos..), tiendas de comida rápida.., y se accede por una callejuela muy pequeña donde tienen la entrada los restaurantes que dan al rio. Dicen que a pesar de estar en un lugar idílico, no son muy caros, pero hoy no los probaremos.

Samu y yo nos retiramos por hoy porque ni tenemos ganas de cenar del cansancio que llevamos, así que nos cogemos el metro y directos al albergue.

María, Edu, Grego y Sara se quedarán por la zona cenando y volverán pronto al albergue también.

Hoy el día no ha dado para mucho por el viaje largo en tren, pero esperemos que el resto de la estancia en Kyoto mejore.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Temblor en la cueva

Día 14 de Agosto:

Hoy va a ser un día guay, y es que por una vez no tenemos que marcharnos a otro sitio, ni tenemos prisa. Hoy será todo relax y tranquilidad. Nuestros destinos hoy serán: subir al cráter del monte aso para ver la fumarola y meternos a remojo en los onsen del pueblo Kurokawaso.

Empezamos por el volcán, ya que nos queda muy cerca del albergue, pero nuestro gozo en un pozo. Como bien nos indicaba el vigilante de la carretera de acceso, con un gesto de ahogamiento agarrándose el cuello con las dos manos, el volcán hoy está demasiado flatulento y está cerrado el paso.

Bueno, pues nada, tendremos más tiempo para tener el culete a remojo en los onsen, jejeje.  El pueblo entero está dedicado a la restauración y los onsens. Es una zona muy famosa por las aguas termales, y el emplazamiento del pueblo en plena naturaleza, lo hace un destino exclusivo y solicitado. Nos fue imposible encontrar alojamiento aquí, así que tendremos que visitar únicamente los 3 más famosos, utilizando el pase de 3 onsen por 1200 yenes que se compra en la oficina de turismo.

Explico el funcionamiento de un onsen, para que no se confunda con un "spa" europeo. El onsen suele tener espacios abiertos y espacios cerrados. Son aguas termales que manan a 80 grados, pero que mezclan con agua fría, quedando a unos 36 grados aproximadamente. En verano no es nada refrescante, la verdad, pero en invierno, con el exterior nevado y el agua calentita, tiene que se una pasada. Los distintos baños del onsen, se dividen en femeninos, masculinos o mixtos. Se entra en una zona de vestuario donde se deja toda la ropa, y como Dios nos trajo al mundo se va al agua. En algunos disponen de zonas previas de ducha y en otros están para ducharse al final. No es sólo cuestión de higiene, si no que las aguas termales tienen cierto tufillo a azufre, bomba fétida o huevo podrido, lo que más os guste, y conviene quitarse ese olor.

El primero que visitamos tiene zona femenina con dos baños y una zona mixta. Al ser el primero, nos sorprende por la novedad, aunque no será ni de lejos el mejor.

El segundo está en un complejo de pasadizos en una cueva, separado en femenino y dos masculinos. Uno de los de los chicos, está en plena calle, por donde tienen que pasearse con todos sus atributos al aire mientras la gente que pasea por el pueblo, o que está dentro de tiendas y restaurantes, les miran por la ventana.

Para llegar al último tenemos que coger el coche. Nada más entrar a la recepción del ryokan, ya se ve que es un sitio de categoría. Tiene 2 zonas masculinas y 2 femeninas. Se encuentra en plena naturaleza, al borde de un río y frente a una cascada, que se ilumina por la noche. Aunque está prohibidísimo, conseguí hacer fotos, porque por mucho que lo intente describir, no iba a quedar tan bonito como verlo.
Eso sí, tuve que esperar a que se fuera todo el mundo, con lo que el resto del grupo tuvo que esperar bastante tiempo fuera, y la bronca me la llevé (con razón, pero la foto también me la llevé y luego todos querrán enseñarla para dar envidia)

Ya es noche cerrada y el GPS parece no encontrarse entre tanta montaña, así que terminamos perdidos, donde se acababa la carretera y sólo había una chabola con unos balones de fútbol gigantes en la puerta, que en el interior parecían tener antenas. ¿Dónde estamos metidos? ¿Una base secreta del gobierno con satélites camuflados tal vez?

Media vuelta y a salir pitando de allí. Hacemos algo de compra para cenar en el albergue. Al llegar tenemos paquete sorpresa de parte de Yae, la japonesita de ayer que fue tan maja con nosotros. Nos ha dejado una bolsa llena de regalitos para todos y una carta agradeciéndonos haberles hecho pasar tan buen rato anoche. Adoro a estos japos!!!

Hoy conoceremos a Asusa, una japonesa un tanto atípica, de Tokyo, que habla perfecto inglés y muy buen español, aunque con acento mejicano, jejeje. Acribillamos a preguntas a la pobre chica sobre todas las dudas existenciales que se nos han ido quedando en el tintero sobre la cultura japonesa. ¿qué es el bicho con sombrero, tetas caidas y huevos gordos que hay en todas las tiendas? ¿quién fue Hatori Hanso? ¿cuál es el precio medio de los coches en Japón? Vamos, lo que cualquiera ha querido saber siempre.

Todos a la cama y yo a escribir el blog, para ir adelantando un poco el retraso de días que llevo. Un poco más y casi me pongo al día, sorry. Sed pacientes.




martes, 13 de agosto de 2013

Piratas de Tacachiho

Día 13 de Agosto:

Rápidos como el viento en un Sakura, llegamos a Kumamoto en 30 minutos. Justo a tiempo para volvernos a perder buscando la agencia de alquiler del coche. El día que lleguemos a la primera a un sitio me va a parecer raro, porque esto se está convirtiendo en costumbre.

Bueno, llegó la prueba de fuego, conducir un coche de 8 plazas con el volante a la derecha y por el carril contrario. Pero adelanto que Grego ha superado el reto con nota. Aunque algún "Grego! a la izquierda!" se le escapa a Edu, que va con el culillo un poco apretado dudando de la conducción de Grego.

El GPS del coche es un mix entre inglés y japonés, así que la chica de la agencia nos guarda los destinos que visitaremos estos días para no tener que pelearnos con el aparato.

Preparados! Listos! Ya! Salimos como balas hacia nuestro primer punto. Bueno, como balas va a ser que no, porque para hacer 90km tardaremos 1 hora y media. Los límites son un poco de risa, y claro, al ser novatos, vamos respetando las normas.

El paisaje que nos rodea podría describirse como una mezcla entre Suiza, las Highlands escocesas y Asturias. Incluso vemos vaquitas.

"Ha llegado a su destino" nos dice el GPS. Y tanto que hemos llegado. Ya está todo lleno de autobuses de japoneses, los accesos a los parkings cortado por estar completos.. y eso que estamos en mitad de una isla donde nadie va, y a donde no es sencillo llegar sin coche. En fin, hacemos la del español que se hace el loco como que no entiende las normas y aparcamos en el parking de un hotel.

El lugar que vamos a visitar se llama Tacachiho Gorge y es un cañón por el que discurre un río. El entorno es muy bonito, y se ofrecen distintos entretenimientos. Uno de ellos es recorrer el cañón en barca. Reservamos 2 barcas para casi 4 horas después, por la cantidad de gente que hay esperando para lo mismo. Otra opción es hacer el recorrido por arriba, en un agradable paseillo que no lleva más de media hora. Todavía queda rato para nuestro turno, así que vamos en busca de algo para comer.

Hay pocas opciones, pinchos a la brasa, pescados espetados que has debido pescarte tú previamente en una charca.. pero uno sobre todo nos llama la atención. Se trata de un restaurante donde se come "soba"  (fideos finos frios). Pero la gracia está en que se comen de un bambú con corriente de agua, por el que el cocinero va echando puñaditos de soba. Hay que ser un poquito hábil con los palillos o los fideos pasarán por delante de tus narices y te quedarás sin comer. No, es broma, comer comes todos, porque los que van cayendo por la corriente, van a parar a un colador, que te traen al final para que termines de comer. Sólo Sara se anima con nostros a probar el invento.

Seguimos  esperando. Parece que va a llover y nos resguardamos debajo de una lona. María y Samu se quedan dormidos encima de un banco y una mesa, Todos los japoneses que pasan a su lado les sacan una foto como si fuesen parte del paisaje.

Por fin nos llega el turno para las barquichuelas. Llegamos como un elefante en una cacharrería, sin esperar cola, hablando a gritos como siempre.. Ya hemos conseguido ser el centro de atención y que todo el mundo esté pendiente de nosotros, y es que somos los únicos occidentales que hay.

El paseito dura 30 minutos y por 2000 yenes tienes una barca de remos para 3 personas. El recorrido total por el cañón no creo que sean más de 500 metros, pero entre los virajes involuntarios del remero, las paradas para hacer fotos, los adelantamientos, choques y esquivos que tenemos que hacer con otras barcas, nos retrasan para llegar hasta el final y dar la vuelta para devolver las barcas a tiempo. Nos hemos dividido en 2 grupos: Edu, María y yo en una barca, con Edu a los mandos y Sara, Grego y Samu en la otra (ellos se irán turnando a los remos).

El objetivo por el que estos miles de personas vienen hasta este lugar y se meten en una barca, es disfrutar de un paisaje sacado de "Las crónica de Narnia", en la tranquilidad y silencio de la naturaleza más pura. Pues allí estamos nosotros para romperles el ambiente idílico con nuestra carrera de regatas tipo Oxford y Cambridge, mientras Edu se levanta y entona la banda sonora de "Piratas del Caribe", haciendo un eco en todo el cañón que provoca que la gente que está haciendo el camino a pie, se asomen a las barandillas y empiecen a hacer vídeos, fotos..

En esa batalla por la victoria (sin ningún tipo de recompensa, es simplemente cuestión de orgullo), nos chocamos varias veces contra barcas de familias que estaban en nuestro camino, adelantamos entre rocas, la barca del rival se nos engancha por detrás yendo a remolque del esfuerzo de Edu, pero finalmente la meta es para nosotros!!!

Y tal como llegamos nos vamos, dejando de nuevo la paz en el lugar. No sé si fue casualidad, pero justo cuando salíamos dijeron algo por megafonía, yo creo que avisaban de que los occidentales pesados ya se habían ido y animaban a la gente a volver a las barcas.

Recogemos el coche del parking del hotel, sin ninguna multa, ni aviso ni mala cara por parte de nadie.
Marcamos el siguiente punto en el GPS, nuestro albergue en el pueblo de Aso, con la "suerte" de que en lugar de llevarnos al pueblo, nos lleva hasta la base del monte Aso, donde se encuentra el funicular para subir a la boca del volcán.

Son como las 6 de la tarde y todo está desierto, como si hubiesen avisado de que los extraterrestres estaban atacando la tierra y la gente hubiera huido despavorida. Lo malo es que no podemos preguntar a nadie cómo llegar al pueblo, pero lo bueno, es que podemos ver un atardecer de lo más chulo, con un sol naranja potente como si fuese la misma bandera de Japón.

Adivinamos cómo buscar lugares con el GPS a través del número de teléfono. Ya tenemos la ruta. Cuando ya dejábamos atrás el volcán con su cráter humeante de gases sulfurosos, pasamos por un parking donde sólo había una mujer sentada a la puerta de su caravana tomando un té como si nada fuera con ella, mirando hacia el volcán. Estará esperando el advenimiento de los extraterrestres?
o es que tal vez el mineralismo va a llegaarrrr? "Grego písale, no nos vaya a pillar aquí en mitad de la nada y con sólo té sin azúcar para beber!!"

Hoy y mañana estaremos alojados en el albergue "Aso Base backpackers". Pese a que la palabra "albergue" ya provoca comentarios entre el resto del grupo, el lugar es encantador. La decoración perfecta, cuidada al detalle, las estancias comunes limpias y acogedoras. Para esta noche tenemos dos habitaciones dobles y un par de literas. Echamos a suerte quién irá a compartir la habitación con una pareja de alemanes y Grego y Sara son los afortunados esta vez.

Mi habitación tiene sorpresa, y es que cuando apagas la luz, las paredes y el techo brillan como si fuesen estrellas. Uuoooohhhh!!! como diría un japonés sorprendido.

Hoy, aprovechando que el pueblo no es muy grande y que tenemos cocina disponible, los chicos se acercan al super a hacer algo de compra para cenar. Qué ganas tenía ya de cocinar algo! unas ensaladitas con su aceite de oliva, su tomatito y un poco de carne a la plancha sin salsas ni carajos que le quiten sabor.

Después de cenar se nos acercan una parejita de japoneses, que se arrancan a preguntarnos (en japonés, of course) de dónde somos y ya aprovechando el tirón, se quedan charlando con nosotros toda la noche, con traguitos de whisky Suntori y el google translator de por medio. Se llaman Yae (la chica) y Yuske(el chico). Son de cerca de Beppu y son majísimos. A María le dice que es muy guapa porque tiene la cabeza pequeña, jajajajaa, y es que claro, con los almendrones que se gastan aquí, deberemos parecerles de la tribu esa que encogía cabezas.

Unimos al grupo a un par de chicas (inglesa e italiana) y montamos en un momento la Torre de Babel. Inglés, italiano, español, japonés, lenguaje de gestos.. todo vale.

Después de liarla con voces y risas a las tantas de la mañana y tras varias visitas de la dueña lanzando indirectas apagando luces, nos vamos por fin a dormir.

Yo antes veré las constelaciones que tengo en las paredes, jijijiji.





























lunes, 12 de agosto de 2013

"¡¡A jugar!!"

Día 12 de Agosto:

Abandonamos la isla central de Japón para viajar hasta zonas más sureñas, la isla de Kyushu Una zona no muy frecuentada por los turistas que van a Japón durante 15 días, porque requiere su tiempo en el desplazamiento y las conexiones del transporte para visitar los sitios, no son del todo fáciles.

La incluí en el itinerario a pesar de tener que quitar días a Kyoto y Tokyo, pero creo que va a merecer la pena, ver algo "fuera de lo habitual". Para empezar, hacemos escala en Fukuoka (Hakata), llegando desde Hiroshima muy prontito por la mañana. Lo primero que hacemos nada más salir de la estación es perdernos, como viene siendo habitual en nosotros cada vez que llevamos 10 kilos a la espalda. El calor de Hiroshima se ve superado, aunque pareciera imposible. Y para llevarlo lo mejor posible, pues salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel bajo el sol abrasador.

Buscamos unos mercados que vienen señalados en el mapa, pero la verdad es que no merecen la pena y   la caminata que nos hemos pegado para nada.. pasa factura. Ya es casi la hora de comer y estamos hambrientos, cansados, sudados, pegajosos y yo y María con 3 o 4 picaduras más de mosquito, después de visitar un templo muy chulo, pero con una fauna con tanto hambre como nosotros.

Terminamos en el centro comercial que está sobre la estación de tren. Como cada uno quiere comer algo distinto y no llegamos a ningún acuerdo, María, Edu, Sara y Grego eligen un italo-japonés, donde sirven platos de pasta. Samu y yo escogemos un sitio donde hay una larga cola de japoneses en la puerta. Es un restaurante donde sirven ramen de Hakata, típico de esta ciudad que se elabora con un caldo de huesos de cerdo que cuecen durante días. Elegimos un menú de ramen con arroz y gyoshas. Todo delicioso y baratito (todo por 1600 Yenes, lo que podrían ser 2000 pesetas de las de antes)

Antes de volver al hotel damos una vuelta por el centro comercial para echar un ojo a tiendas tan curiosas como la tienda de los trenes, donde venden maquetas, piezas, libros, todo tipo de complementos relacionados con los trenes para niños (calcetines, tarteras, palillos de comer...)
También hay una tienda dedicada sólo a muñecos de Pokemon, una de animalitos, una de popurrí de cosas (desde juguetes, artículos para móviles, papelería.. hasta trucos de magia y disfraces de colegialas japonesas.

Una cosa curiosa ha sido cuando he ido al baño del centro comercial y empiezo a oir un sonido de un chorro de agua, para que te ayude a hacer pis. Estos japoneses lo tienen todo, papi!!

Volvemos al hotel, una mini siesta de relax y volvemos a ponernos en marcha. De camino a los Yatai (puestos de comida callejeros para 7 u 8 personas, instalados a lo largo del canal), pasamos por unas galerías comerciales donde tienen expuestos unos adornos colgantes de papeles de colores. Me quedo con las ganas de saber qué simbolizan, pero cuando vaya ampliando el blog con datos más técnicos, lo buscaré para documentarlo bien.

Cerca de los Yatai está el centro comercial Canal City con muchas tiendas de ropa. Es curioso de ver por la noche por la forma arquitectónica que tiene, y el espectáculo de agua con música, imitando a pequeña escala a la fuente del Bellagio en Las Vegas, jejeje.

Encontramos un sitio que nos gusta para cenar, pero está completo, así que montamos el puesto de vigilancia en un bar irlandés de enfrente, pero lo único que nos llevamos en claro son 700 yenes menos por cada cerveza porque del restaurante no se va nadie y sigue tan lleno como antes. Ale, a buscar otro.

Los puestecitos típicos se ve que no cumplen los requisitos de calidad de Edu y Grego y al final terminamos en un restaurante donde no hablan inglés, sin menú en inglés, sin fotos.. y sin poder ver lo que come la gente porque estamos en habitaciones privadas. Lo único que intuimos es que es algo para hacer a la parrilla en la mesa, porque la tenemos delante, pero poco más. Al final el menú de 9 platos que hemos pedido, incluía: aperitivo de tripas de cerdo laminadas hechas a la parrilla con sabor a quemado, unas judías verdes  casi crudas, unas bolas de arroz de postre rellenas de mermelada, y los platos de carne para hacer a la parrilla. Lo curioso es que de carne, poco, poco, porque nos traen un plato con los despojos del pollo. Los cartílagos que separan las pechugas del pollo, la piel... No entendemos muy bien qué es lo que se comen de ahí, pero nosotros lo dejamos tal cual. Y para colmo no sabemos exactamente los que nos van a cobrar, así que cuando llega la cuenta hacemos una ronda de "el precio justo", para ver quién acierta. Edu gana el premio por la cifra de 8000 yenes. Todo esto con el camarero viendo cómo nos reíamos al ver la cuenta. ¿Qué se habrá pensado? jajajaja.

Conclusión: nos quedamos con un poco de hambre todos, así que de camino al hotel, compramos unos helados azul pitufo, que huelen y saben como el detergente de la lavadora. Estos japoneses tienen un paladar de los más selecto.. puuuajjj...

Y nada más en Fukuoka, la verdad que la ciudad no tiene nada interesante. En los alrededores se podía visitar la playa, unos templos Zen y alguna cosa más, pero con este calor no apetecía nada. Mañana rumbo a Kumamoto.




domingo, 11 de agosto de 2013

Ooohhh, aaaahhh!!!

Día 11 de Agosto:

¿Cogemos este tranvía que nos lleva directos al muelle o seguimos las instrucciones del albergue para llegar? Por supuesto, en vez de aprovechar el Japan Rail Pass como recomiendan en el albergue, cogemos un tranvía directo, pensando que ahorraríamos tiempo por poco dinero, pero ni lo uno ni lo otro. A las 11 de la mañana en el embarcadero para coger el ferry a Miyajima, hay cantidad de gente equipada en plan dominguero, con las mismas intenciones que nosotros, pasar el día en la isla hasta que por la tarde-noche, empiece el festival de fuegos artificiales.

Al desembarcar, vemos que lo que en teoría es una islita tranquila, con pocos alojamientos, se ha convertido en el paseo marítimo de Torremolinos. Venga puestos de comida, venga tiendas de souvenirs, venga gente apostada en los mejores sitios para ver los fuegos. Aquí se sigue empleando la misma técnica de reserva de sitio que en Akita y Aomori, y nosotros sin nuestra lona de 100 yenes .. Menos mal que Grego, pensando en que al ir a una isla, tendría una playa donde bañarse, se ha traído una toalla. Habrá que apretarse, pero será suficiente.

Como en el paseo está la cosa imposible, bajamos hasta la playa y cogemos un cachito. Al rato tendríamos que volver a movernos porque la marea había bajado y ya no estábamos en primera línea. Es curioso ver cómo con la solana que estaba cayendo, cientos de fotógrafos equipados con toda su parafernalia, iban formando una línea de defensa ganando terreno al mar, metiendo sus trípodes dentro del agua, y aguantando allí de pie desde las 12 hasta las 19:40. Admirable. Yo puse la toalla y el trípode y no aparecí hasta una hora antes. Y allí seguía todo intacto.

Creyendo morir de calor, nos pusimos a la sombrita con los pies metidos en un riachuelo que cubría un dedo, donde el agua estaba como el pis, y por la que descendían de vez en cuando, ráfagas de cagadas de ciervo. Y es que en esta isla hay muchos ciervos. Como en Gibraltar los monos, pero aquí con ciervos que vienen a pedirte comida y al mínimo descuido te la roban (y si no que le pregunten a Edu y María, dónde acabaron sus rollitos primavera)

Viendo que los ciervos entraban al trapo siguiendo el rastro de comida, para entretenernos un poco y poder seguir refugiados a la sombra, Edu y Samu le dan unos pases toreros al ciervo, usando una bolsa con comida como capote. Lamentable espectáculo que a los japoneses les encanta y nos graban en video, nos sacan fotos.. Allí donde vamos somos la atracción turística.

El resto de la tarde la pasamos pasando calor y haciendo tiempo paseando por las calles atestadas de gente. Muchos van vestidos con kimonos, lo que viste un poco más las fotos del famoso Torii.

Por fin se hace de noche y empieza el espectáculo. En la playa y alrededores no cabe ni un alfiler. Edu dice que si llega un poco más de gente, hundimos la isla por exceso de peso.
Comienza la locución de una mujer. Creemos que está contando un cuento tras el que cada fragmento, se inicia una secuencia de fuegos artificiales.  Con los más espectaculares se oye un Oooohh, Aaahhh!! general.

Esto hay que verlo en fotos o en video, porque por mucho que lo trate de explicar, lo bonito no es leerlo si no verlo.
En cuanto acaba el festival, la gente emigra en procesión por el paseo para llegar hasta el ferry de vuelta.  Parece que nos están evacuando de la isla por algún tipo de brote maligno que nos convertirá en zombies si no nos vamos. Lo bueno es que los ferrys van muy bien y en 1 hora o así, ya estamos dentro. Para volver al albergue, otra vez la misma jugada errónea del principio cogiendo el tranvía caro y lento.
Después de el día intenso de calor, compramos algo de cena en el supermercado para irnos pronto a la cama, que mañana tenemos que volver a madrugar.


sábado, 10 de agosto de 2013

Y en la novena planta qué habrá?

Día 10 de Agosto:

Hoy decidimos salir un poco más tarde hacia Hiroshima y dedicar un poco de tiempo a ver Osaka de día. No tenemos tampoco mucho tiempo, pero lo suficiente para entrar a varias tiendas de manga que están en la calle de nuestro hotel.








Además debe ser algún día especial porque antes de que abrieran la tienda de comics, ya había una cola enorme de japos gafotas ansiosos porque abrieran para conseguir el último modelo de muñeco, robot, comic o vete a saber qué. Este tipo de tiendas aparte de ser curiosas por las frikadas que puedes encontrar, nos van aliviando del calor sofocante de la calle con su aire acondicionado.






Callejeamos por una calle techada con muchas tiendas de utensilios de cocina, souvenirs, ropa, pachinkos, restaurantes.. hasta llegar al Dotombouri para verlo de día.



Nos llama la atención una tienda de animales donde parecen haberlos seleccionado para exponerlos. Todos son cachorritos, super bonitos, con los ojitos azules, parecen sacados de un comic manga de esos que te miran con ojos enormes y llorosos para que te los lleves.



Por Dotombouri todavía queda algún vampiro de pelos amarillos y zapatos de punta que no se ha debido acostar todavía, pero por lo general, está bastante desierto todo así que nos volvemos al hotel a por las mochilas y rumbo al tren.

Oootra vez, la confusión de Nambas que nos hace recorrernos media ciudad por los subterráneos para llegar de Namba a Namba Station. Allí enlazamos con la JR Namba Line con Imamiya. De ahí la JR Loop  Line hasta Osaka y finalmente la JR Kyoto hasta Shin-Osaka donde cogemos el Shinkasen.

No quedaban asientos reservados para el tren a Hiroshima, así que compramos unos dim-sum y una tarta de queso esponjosa típica de Osaka para comer. Cuando llegamos al andén (más de media hora antes) vemos una masa de gente esperando para lo mismo que nosotros. Para mi que se han vendido más billetes de los debidos, pero bueno... las colas de espera para los vagones se entrecruzan y es difícil saber para qué vagón estamos esperando. Menos mal que tenemos de referencia en nuestra fila al Julen Guerrero japonés. Un tipo con pelo rubio que parece que sabe dónde quiere ir y que dirige a la gente que intenta colarse para que se vayan al final de la cola. Ya tenemos líder para evitar perdernos en esta vorágine.

Lo peor de esta espera no es la cola, es el calor. Si en la calle era terrible, aquí alcanza el nivel de PELIGROSO. Creo que la sensación térmica puede ser de 45 grados. De hecho hay un pobre niño que termina vomitando.

Se da el pistoletazo de salida para coger sitio y allá vamos siguiendo a Julen, de forma que conseguimos sentarnos todos, pero hay mucha gente que tiene que ir durante hora y media de pie en un tren que va a más de 200 km/h.

Llegamos a Hiroshima y quién nos está esperando allí??? Una ola de calor peor todavía que la de Osaka. ¿Es que esto no va a acabar nunca? A este paso nos vamos a evaporar!!

Para llegar a nuestro albergue cogemos un tranvía, que tiene el mismo método de pago que los autobuses. Estas dos noches nos toca dormir en literas. A Grego no le convence mucho la idea, pero es lo que tiene ser mochilero low cost. De todas formas el albergue está muy limpio y dormimos estupendamente.

Pero antes de dormir, fuimos a visitar, ya de noche, el parque de la Paz donde se localizó la zona cero del bombardeo a Hiroshima. En recuerdo a la barbarie se mantiene el Dome, un edificio en ruinas tal y como quedó tras la explosión. Es impactante sentarse al lado del rio, viendo naturaleza, edificios nuevos.. todo normal en apariencia, donde hace casi 70 años no había absolutamente nada. Se tiene una sensación rara, no sé describirla muy bien. Además coincidimos con un grupo de chicos que sólo con una guitarra, cantaban "rock-grunge" reivindicando "No more war", lo que hacía la estampa más intensa.

Seguimos camino hasta el downtown buscando un sitio para cenar el plato típico, el okonomiyaki. Una especie de tortilla hecha a la plancha con udon, huevo, mayonesa, carne, col, salsa de soja (que no falte). Con nuestro ritual habitual de elección de restaurante durante al menos media hora, terminamos por subir a un edificio con varias plantas en la que una de ellas eran todo puestecitos donde elaboraban este plato. Parece que todos tienen las mesas reservadas, menos uno de un matrimonio que nos acoge para cenar, pero que maldice los mil demonios cuando ve que en lugar de pedir un plato cada uno, pedimos uno para cada dos. Menos mal que este plato te lo cocinan delante de ti en la plancha, porque si no, nos llevábamos escupitajo seguro.

No parece haber tenido mucho éxito entre nosotros la "tortilla", no sé si por el sabor o porque Edu y Grego no hacían más que decir lo guarro que estaba el sitio.
Para terminar la noche, estos quieren tomarse algún espirituoso en algún bar/discoteca.. y volvemos a aventurarnos a los edificios con plantas dedicadas.. Subimos en ascensor a la 10, y nada más abrirse la puerta, apareces ya en el bar. Uno con pinta de bar de categoría donde sólo sirven cócteles y además caros. Nos vamos. Al volver a entrar en el ascensor, nos damos cuenta de que en la planta 9 no hay ningún nombre sobre lo que hay en ella, así que probamos. ¿Qué nos encontramos cuando se abre la puerta...? Pues nada más y nada menos que un piso oscuro, sin muebles con un tío durmiendo encima de un cartón con una bicicleta al lado.  Del susto que nos pegamos nosotros y del que le pegamos a él, pulsamos corriendo otro botón del ascensor y llegamos a otro bar en la quinta planta, más tipo irlandés/europeo con vistas a una avenida. Es muy agradable aunque no tanto el precio de las consumiciones. 800 yenes por cerveza y 900 por un whisky on the rocks.

Y después de haber comido una pseudo-tortilla, haber despertado a un vagabundo y haber dejado medio riñón en la cuenta del bar, nos volvemos andando al albergue, que mañana nos espera un día grande.