lunes, 12 de agosto de 2013

"¡¡A jugar!!"

Día 12 de Agosto:

Abandonamos la isla central de Japón para viajar hasta zonas más sureñas, la isla de Kyushu Una zona no muy frecuentada por los turistas que van a Japón durante 15 días, porque requiere su tiempo en el desplazamiento y las conexiones del transporte para visitar los sitios, no son del todo fáciles.

La incluí en el itinerario a pesar de tener que quitar días a Kyoto y Tokyo, pero creo que va a merecer la pena, ver algo "fuera de lo habitual". Para empezar, hacemos escala en Fukuoka (Hakata), llegando desde Hiroshima muy prontito por la mañana. Lo primero que hacemos nada más salir de la estación es perdernos, como viene siendo habitual en nosotros cada vez que llevamos 10 kilos a la espalda. El calor de Hiroshima se ve superado, aunque pareciera imposible. Y para llevarlo lo mejor posible, pues salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel bajo el sol abrasador.

Buscamos unos mercados que vienen señalados en el mapa, pero la verdad es que no merecen la pena y   la caminata que nos hemos pegado para nada.. pasa factura. Ya es casi la hora de comer y estamos hambrientos, cansados, sudados, pegajosos y yo y María con 3 o 4 picaduras más de mosquito, después de visitar un templo muy chulo, pero con una fauna con tanto hambre como nosotros.

Terminamos en el centro comercial que está sobre la estación de tren. Como cada uno quiere comer algo distinto y no llegamos a ningún acuerdo, María, Edu, Sara y Grego eligen un italo-japonés, donde sirven platos de pasta. Samu y yo escogemos un sitio donde hay una larga cola de japoneses en la puerta. Es un restaurante donde sirven ramen de Hakata, típico de esta ciudad que se elabora con un caldo de huesos de cerdo que cuecen durante días. Elegimos un menú de ramen con arroz y gyoshas. Todo delicioso y baratito (todo por 1600 Yenes, lo que podrían ser 2000 pesetas de las de antes)

Antes de volver al hotel damos una vuelta por el centro comercial para echar un ojo a tiendas tan curiosas como la tienda de los trenes, donde venden maquetas, piezas, libros, todo tipo de complementos relacionados con los trenes para niños (calcetines, tarteras, palillos de comer...)
También hay una tienda dedicada sólo a muñecos de Pokemon, una de animalitos, una de popurrí de cosas (desde juguetes, artículos para móviles, papelería.. hasta trucos de magia y disfraces de colegialas japonesas.

Una cosa curiosa ha sido cuando he ido al baño del centro comercial y empiezo a oir un sonido de un chorro de agua, para que te ayude a hacer pis. Estos japoneses lo tienen todo, papi!!

Volvemos al hotel, una mini siesta de relax y volvemos a ponernos en marcha. De camino a los Yatai (puestos de comida callejeros para 7 u 8 personas, instalados a lo largo del canal), pasamos por unas galerías comerciales donde tienen expuestos unos adornos colgantes de papeles de colores. Me quedo con las ganas de saber qué simbolizan, pero cuando vaya ampliando el blog con datos más técnicos, lo buscaré para documentarlo bien.

Cerca de los Yatai está el centro comercial Canal City con muchas tiendas de ropa. Es curioso de ver por la noche por la forma arquitectónica que tiene, y el espectáculo de agua con música, imitando a pequeña escala a la fuente del Bellagio en Las Vegas, jejeje.

Encontramos un sitio que nos gusta para cenar, pero está completo, así que montamos el puesto de vigilancia en un bar irlandés de enfrente, pero lo único que nos llevamos en claro son 700 yenes menos por cada cerveza porque del restaurante no se va nadie y sigue tan lleno como antes. Ale, a buscar otro.

Los puestecitos típicos se ve que no cumplen los requisitos de calidad de Edu y Grego y al final terminamos en un restaurante donde no hablan inglés, sin menú en inglés, sin fotos.. y sin poder ver lo que come la gente porque estamos en habitaciones privadas. Lo único que intuimos es que es algo para hacer a la parrilla en la mesa, porque la tenemos delante, pero poco más. Al final el menú de 9 platos que hemos pedido, incluía: aperitivo de tripas de cerdo laminadas hechas a la parrilla con sabor a quemado, unas judías verdes  casi crudas, unas bolas de arroz de postre rellenas de mermelada, y los platos de carne para hacer a la parrilla. Lo curioso es que de carne, poco, poco, porque nos traen un plato con los despojos del pollo. Los cartílagos que separan las pechugas del pollo, la piel... No entendemos muy bien qué es lo que se comen de ahí, pero nosotros lo dejamos tal cual. Y para colmo no sabemos exactamente los que nos van a cobrar, así que cuando llega la cuenta hacemos una ronda de "el precio justo", para ver quién acierta. Edu gana el premio por la cifra de 8000 yenes. Todo esto con el camarero viendo cómo nos reíamos al ver la cuenta. ¿Qué se habrá pensado? jajajaja.

Conclusión: nos quedamos con un poco de hambre todos, así que de camino al hotel, compramos unos helados azul pitufo, que huelen y saben como el detergente de la lavadora. Estos japoneses tienen un paladar de los más selecto.. puuuajjj...

Y nada más en Fukuoka, la verdad que la ciudad no tiene nada interesante. En los alrededores se podía visitar la playa, unos templos Zen y alguna cosa más, pero con este calor no apetecía nada. Mañana rumbo a Kumamoto.




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