lunes, 19 de agosto de 2013

"Cuidado! hay fantasmas. Ya, pero esos no pican."

Día 19 de Agosto:

Aleee, todos a hacer las mochilas, que nos vamos de Kyoto. Ya se nos estaba olvidando lo que era cargar con ella como un caracol.

Terminamos nuestra andadura por Kyoto, con destino final Tokyo. Pero antes haremos una parada "mística" en Koyasan, o Monte Koya. Una zona montañosa al sur de Osaka, donde dicen que Kobo Daishi fundó la secta budista Shinghon. El pueblo de 3 km de largo, se encuentra entre 8 montes, tiene más de 100 templos donde se ofrece alojamiento, y un cementerio simplemente "espectacular".

El viaje hasta allí podría contarse en una versión corta: Kyoto (10:00) - Koyasan (18:00)

o en algo más extendido, que para eso está este blog, no? para que dentro de un tiempo cuando ya no me acuerde ni de cómo me llamo, lo lea y recuerde todas estas vivencias.

Realmente no es que se tarde tanto en llegar, pero si el que te atiende en la oficina del Japan Rail en Kyoto, no tiene el día amable y no te especifica correctamente el tren que tienes que coger, si no que sólo te dice la hora a la que sale... pues pasa lo que pasa.. que a poco más y terminamos en Tokyo.
Cuando ya llevábamos media hora en el tren, anunciando que el destino era Tokyo, ya me empecé a poner nerviosa porque íbamos en sentido contrario. La siguiente parada del tren era en Nagoya, así que fuese dónde fuese, teníamos que bajar para dar la vuelta.

En esa estación si que nos explicaron con detalle qué trenes teníamos que coger. La ruta a seguir sería esta:

Nagoya(11:10) -> Shin-Osaka(esta estación me suena, jejeje) (12:03)
Shin-Osaka(13:00) -> Wakayama (14:00)
Wakayama(14:55) -> Hashimoto
Hashimoto -> Gokurakubashi
Funicular Gokurakubashi-> Koyasan Station(17:50)

En realidad, desde Kyoto, debería tardarse sólo dos horas y media, en vez de 8, pero bueno..
Entre trenes, funiculares, autobuses, aviones, tranvías, taxis, ferry, coche y bicicletas.. creo que sólo nos queda montar en patinete, rickshaw, globo y moto para cubrir todos los medios de transporte.

Desde la estación de Koyasan tenemos que coger un autobús que nos lleve al otro extremo del pueblo, hasta Okunoin-mae (el cementerio) donde tenemos el albergue.
La verdad es que en las fotos parecía otra cosa. Es un sitio "curioso". Como una caseta de chapa al lado de la carretera, que cuando abres la puerta de la calle, sólo ves pasillo donde está la recepción/cocina/sala común, los lavabos, los baños, las habitaciones y las "celdas". Son como cápsulas pero con ventana y bastante espacio hacia el techo. Todo está en blanco y madera. Tiene aspecto moderno y agradable, aunque el hecho de estar todo en un pasillo se hace extraño.

En una hora se hará de noche así que aprovechamos las indicaciones del "amable" recepcionista para visitar el cementerio antes de que el único restaurante abierto cierre y el albergue cierre la puerta por el toque de queda.

Antes de salir por la puerta, le pregunto al recepcionista:

-¿Sabes si hay mosquitos en el cementerio?
-Si, muchísimos, y también hay fantasmas
-Ya, pero esos no pican así que no me preocupan.

Ale, manga larga y pantalón largo todos!!

Decir que este cementerio está abierto al público ya que está en medio de la foresta, lo que le da un aire fantasmagórico único. Como si fuese un bosque encantado. El poder verlo de noche no tiene precio. (aunque a María no le hace ninguna gracia). Hay más de 200.000 de tumbas cubiertas por el musgo, con formas tan variadas, que lo mismo te encuentras el torso esculpido de un bebé, como un cohete espacial o una taza de café gigante. Se ve que el señor Saimaza eligió descansar aquí y le rindieron homenaje. Si bien la oscuridad no permitir percibir la extensión real del cementerio, la atmósfera que genera es inquietante a la par que atrayente. Piensas, "uy qué miedito", pero también "qué habrá más adelante?". Así llegamos hasta el templo escondido donde se encuentra el mausoleo de Kobo Daishi y la sala de las lámparas. Para acceder a él está el puente Ichinohashi a partir del cual queda prohibido comer, beber y hacer fotografías (ejem, ejem.. esto va a ser que me lo voy a saltar, corriendo el riesgo de que Kobo Daishi me maldiga por siglos, pero sólo voy a estar aquí una vez en la vida.. )

Por hoy ya han sido suficientes tumbas. Mañana volveremos de día. Ahora nos vamos a cenar al único sitio abierto de la zona, un restaurante familiar donde sirven diferentes platos de curry. La dueña es una señora pequeñita que hace lo que puede por entendernos y trata de explicarnos que estuvo en Barcelona  y conoce quién es Gaudí. Estos japoneses no dejan de sorprenderme. En un pueblo perdido en la montaña y conocen a Gaudí!!

Del restaurante a la cama. Entre que no hay nada que hacer por esta zona y que el albergue tiene toque de queda a las 11... no nos dejan elección.

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