domingo, 18 de agosto de 2013

Será esta la última entrada??


Día 18 de Agosto:

"Aiiichhh cómo pica!!!" Así despierta Sara hoy, después del ataque mosquitil de ayer en los toriis. 
Pues nuestro destino de hoy, no creo que sea de ayuda para el picor, porque nos desplazaremos hasta la zona de Arashiyama, en la parte norte de Kyoto, para visitar el famooooso bosque de bambú. Qué nueva variedad de mosquito nos estará esperando allí? Y es que esto empieza a ser como los cromos, "a veeer.. me falta la picadura de Hiroshima y la de Aso...ah, pues yo esas las tengo repes, te las cambio".
Pero como todo el mundo que viene a Kyoto, va a ver el bosque de bambú, no vamos a ser los únicos que no lo vean, no?

Lo mismo han debido de pensar las hordas de turistas que siguiendo a guías con banderitas, van caminando por la senda custodiada por verdes bambús impidiendo sacar una foto de las que a mi me gustan, SIN NADIE!! Así que lo doy por imposible.. y seguimos camino. Aunque el recorrido no es largo y es agradable al estar en sombra, hay varias formas de hacerlo: en bici, se pueden alquilar a la salida de la estación de tren o en rickshaw, también conocido como jinrikisha. 

No he comentado hasta ahora en qué consisten, aunque se pueden ver por muchas zonas turísticas. Viene a ser como una calesa de sólo dos ruedas, con un soporte delantero del que va tirando un chico japonés, fornido y morenito. Curiosamente los japoneses no suelen ser muy agraciados, pero los chicos de los rickshaw tienen su aquél. No tengo idea de lo que puede costar porque siempre los rechazamos cuando nos los ofrecían, pero son muy bonitos y sus dueños los tienen muy cuidados. 

Por suerte, no ha habido rastro de mosquitos en el bosque de bambú. Menos mal!! A continuación del bosque, hay un parque dedicado a un poeta chino, que llega hasta el río. Las vistas desde el río ofrecen
un paisaje de frondosas laderas que en otoño, con los tonos rojos y amarillos, debe ser espectacular. 
Al llegar nos damos cuenta que este río es donde se hace la pesca nocturna con cormorán. Hubiese estado chulo asistir, pero es lo que tiene no preparar las salidas.. que te pierdes muchas cosas..

Hemos terminado la excursión prontito, así que nos volvemos a Kyoto a comer en el mercado de comida de Nishiki.  El mercado realmente es una calle abovedada de esas que tanto les gustan aquí en Japón para poner galerías comerciales. Son como 500 metros donde habrá más de 100 puestos. Mezclan platos cocinados con productos frescos, encurtidos, dulces y caramelos, té, ropa y sandalias típicas. Está cerca de Gion y Ponto-cho y comunica con otras dos galerías de tiendas: Teramachi-dori y Shinkiogoku-dori, donde se pueden encontrar kimonos de segunda mano a buen precio.

La comida no ha sido ningún éxito, la verdad, hemos vuelto a comer las bolitas de pulpo y algunos fritos de pasta de pescado que no tenían un sabor muy agradable. Para quitar el mal sabor de boca, Samu se compra uno de esos pececitos dulces rellenos de pasta de judía roja. Revoloteamos un poco entre las tiendas para hacer tiempo antes de ir a visitar Gion de día, a ver si "cazamos" alguna geisha. 

De Gion, podemos decir que es agradable para pasear entre casas de madera con look antiguo, reconvertidas en restaurantes. Sin embargo, encontrar una geisha a las 7 de la tarde con cientos de personas a la busca y captura de alguna que se atreva a salir de casa, para sacarle una foto, es "Misión Imposible" aunque Tom Cruise no esté protagonizándola.

Ya se está poniendo el sol y aprieta el hambre. Nuestro objetivo es probar el pez globo, también conocido como "Fugu". El pescado que requiere una carrera universitaria de especialización para aprender a cortarlo correctamente, evitando la zona venenosa. En el restaurante de anoche, la camarera que hablaba español nos recomendó el único restaurante de Fugu que lo tiene fuera de temporada, ya que es típico del invierno. Nos marcó un punto en el mapa, justo al lado del río, por donde nos hemos estado moviendo todos estos días. 

Parecía fácil, sin embargo, después de andar y desandar la misma calle por 3 vez, Edu opta por preguntar a un paisano que iba en bicicleta. Atención que viene otra muestra de la buena voluntad de esta gente... El hombrecillo de la bicicleta, examina el mapa y decide ayudarnos, pero antes va hasta un parking de bicicletas cercano, para acompañarnos andando hasta el lugar (en sentido contrario hacia donde él se dirigía). Parecía tenerlo claro, pero cuando llegamos por cuarta vez a la calle donde ya habíamos estado, empezamos a sospechar que no tiene mucha idea. 
El que pare a preguntar a un vecino de por allí, nos corrobora que no sabe dónde está el sitio. Entre los dos se ponen a mirar el mapa, del derecho, del revés...Como esto siga así, vamos a acabar con todo el barrio guiándonos. Vuelta para arriba, vuelta para abajo.. tantos restaurantes de Fugu hay aquí como para que no sepan saber cuál es??

Después de más de media hora, damos con ello. Le damos mil gracias al chico por su inestimable ayuda y entramos a comer el dichoso pescaito. Hay un acuario en la puerta con varios ejemplares. Parece un pez bastante tonto. Sube hasta arriba y cae a plomo hasta el fondo, rebota y vuelve a subir. Así todo el rato. Y es que tiene unas aletitas tan pequeñas para el tamaño de su cuerpo que dudo que puedan nadar.

Grego y Sara prefieren seguir con vida mañana, así que allí nos dejan y se van a cenar a otro sitio. Tenemos alguna dificultad para entendernos con la camarera porque no habla nada de inglés pero al final conseguimos pedir algo ¿comestible? Un carpaccio de Fugu crudo, un sashimi y un sukiyaki. Todo regado con el tradicional sake caliente con aletas secas de fugu infusionadas. 

Es difícil hacer una reflexión sobre esta delicatessen conocida internacionalmente, la verdad. Quedaría estupendamente decir que es un manjar de dioses, pagado a precio de caviar, pero la verdad, es que ni fue tan caro, ni estaba tan bueno. Simplemente, no sabía a nada, y cuando digo nada, es nada. Por mucho que Samu diga que es que no tenemos paladar para apreciarlo... tonterías... y encima correr el riesgo de morir por envenenamiento.. A ver si mañana seguimos en pie...

Después de la super carne de Hida y el delicatessen de Fugu, empiezo a pensar que es todo puro marketing y que los españoles somos unos garrulos al no sacarle partido a todas las cosas deliciosas que tenemos en nuestra gastronomía. Si promocionásemos internacionalmente el chuletón de Ávila, la fabada asturiana, el marisco gallego, la tortilla, el pan con tomate, etc, etc, etc... otro gallo nos cantaría, desde luego. 

Bueno, no voy a contar lo más impactante de la cena, hasta que no suba el video que grabamos. Así que tocará esperar un poco.

Al irnos, Samu le pregunta al cocinero, cuando se infla un pez globo, ya que en la pecera no hemos visto a ninguno hinchado. ¿Sabéis cuál es la respuesta? Pues cuando están fuera del agua, por el ahogamiento que sufren. Ale, ya hemos aprendido algo hoy. Bus y para el albergue.

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